lunes, 20 de julio de 2009

Breve nota sobre nuestro amor y nuestra compasión - Fernando García


En una ocasión Silo definió brevemente al amor como “dirección hacia el otro” y a la compasión como “ponerse en el lugar del otro”(1).

Con respecto al amor: “dirección hacia el otro” quiere decir que uno establece la relación con el otro en términos de “dar” como primario, donde lo que importa es el otro. Contribuir a la felicidad y la libertad del otro actúa como referencia principal de ese amor. El “dar” desinteresado es propio de la acción válida, tal como se la define en nuestros materiales bibliográficos. Ver Humanizar la Tierra, Charlas de Canarias(2), etc. En todo caso, sea cual fuere la definición que se use, no se admite entender al amor fuera del contexto dado por Los Principios de la Acción Válida. En “Acerca de lo humano”(3) esto se expresa en términos muy claros:

“Sentir lo humano en el otro, es sentir la vida del otro en un hermoso multicolor arco iris, que más se aleja en la medida en que quiero detener, atrapar, arrebatar su expresión. Tú te alejas y yo me reconforto si es que contribuí a cortar tus cadenas, a superar tu dolor y sufrimiento. Y si vienes conmigo es porque te constituyes en un acto libre como ser humano, no simplemente porque has nacido «humano». Yo siento en ti la libertad y la posibilidad de constituirte en ser humano. Y mis actos tienen en ti mi blanco de libertad.”

Esto no impide que quien ama se “beneficie” con los registros unitivos que tal acto produce, pero esto no quita nada de la validez del acto cuyo primario está puesto en el “dar” sin el cálculo de la retribución.

Quien “ama” al otro primariamente en función de su propio beneficio, de la retribución, de algún modo querrá controlar la subjetividad del otro y por lo tanto cosificarlo.

Más allá del acierto o error en la expresión del amor o de la correspondencia con su destinatario, el acto de amar -tal como lo entendemos- nos pone en una condición psicológica de apertura más allá del propio yo y de comunicación positiva con los demás. Tratándose de un acto definido en estos términos, será engañoso e inútil tratar de “reglamentar” o “legislar” sobre acciones específicas vistas por otro que no sea quien las realiza. Esto es igual a lo que sucede con las acciones válidas, que son tales por los registros que las acompañan, y no por respuestas codificadas de antemano por alguien que no sea quien las realiza. Como sucede con la ética de la acción válida, el amor también admite un perfeccionamiento en base a la experiencia y la reflexión sobre ella. Asimismo, el amor puede lograr una amplitud mayor que la de una sola persona como destinatario. Aunque ello no se logre completamente, la dirección mental que supone es de por sí positiva.

Con respecto a la compasión: el “ponerse en el lugar del otro” también implica una apertura más allá del propio yo, y una comunicación positiva con los demás. Se trata de un acto parecido, aunque no igual, a lo que vulgarmente se conoce como empatía(4) en el sentido de sentir al otro por dentro, de experimentar lo que experimenta el otro. Es como un acto de representarse en la propia conciencia la condición en que, según el caso, se encuentra, se encontró, se encontrará o se encontraría el otro. Si bien esta representación o “resonancia” es interpretativa, y por lo tanto subjetiva, eso no quita que el acto mismo efectivamente saca del propio aislamiento e individualismo egoísta. En todo caso, esta percepción subjetiva del otro podrá irse perfeccionando, así como las acciones que de ella se deriven. Así como el amor, la compasión es un acto de carácter “centrífugo”, y no “centrípeto”.

También en la cita de “Acerca de lo humano” encontramos referencias a ese ponerse en el lugar del otro. Silo dice: “Sentir lo humano en el otro, es sentir la vida del otro….” y “Yo siento en ti la libertad y la posibilidad de constituirte en ser humano”.

Es una manera de dotar de sentido positivo a la representación del otro en la propia conciencia, y por cierto este tipo de representación del otro orientará la conducta en sentido positivo.

Dice Silo en una de sus charlas(5): “Existe la idea de compasión como trasfondo de todo esto. De esa acción que no termina en uno sino que llega al otro. Me ha parecido ver que no se considera al sufrimiento que uno pueda tener, sino que la preocupación está puesta en el sufrimiento que pueda tener el otro.”

“No es la sabiduría la que puede hacer al hombre superar el propio sufrimiento. Puede haber un recto pensamiento y una recta intención, pero puede faltar una recta acción. No hay recta acción si no está inspirada por la compasión. Esta actitud humana básica de compasión, esto de que el acto humano vaya hacia el otro, es la base de todo crecimiento individual y social.”

“Pero el recto camino debe transitarse en lo inmediato: en la compasión, en ayudar a superar el dolor.”

Así, aunque diferentes, la compasión y el amor son actos que se imbrican mutuamente. Se puede argumentar que en algunos casos es evidente que no puede darse el acto de amor si no está acompañado por la compasión. Por cierto, la compasión implica una predisposición, expresada en acción o no, de “dar”, de ayudar al otro. Dice Silo: “Si nos sentimos como él, sentimos una cosa cálida con él, una cercanía con él que nos induce a solucionar los problemas de él. La compasión lleva necesariamente a buscar las salidas de los problemas del otro exactamente como si fueran problemas míos.”(6)

Y sobre el “para qué” de estos dos actos de amor y compasión, Silo nos dice(7):
“¿Cuál es la condición necesaria para que demos este mensaje?

“Querer al ser humano. Aquel que de entre nosotros no sienta amor, o como mínimo, no quiera al ser humano, no debe afrontar estos trabajos. Puede que¬rerse mucho a sí mismo, puede querer mucho a sus problemas, como paradójico, querer a los propios problemas. Tal vez esté muy preocupado porque si come esto le hará mejor que si come lo otro, si respira este aire o respira el otro, si se queda en la ciudad si se va al campo, si toma este objeto o toma el otro, ¿no es cierto? Tal vez esté muy preocupado centrípetamente, pero claro, este no es el sentido de nuestro mensaje.

“No perece ser buena condición para los demás, mi preocupación continua por el aire que respiro, la digestión que hago. ¿Ah? Son cosas necesarias para la vida. Pero estamos hablando de una condición que pone fuerte primacía en los demás. Es importante la condición básica de querer a otros. Estas no son actividades para egoístas. Estas no son actividades para personas que interpretan al mundo, al servicio de ellos. Estas no son actividades que responden a los esquemas que hoy existen y que han trabajado sobre nosotros sin que nosotros lo advirtamos.”

Y esa condición de partida no podrá quedar aislada en nosotros como cuestión individual; sino que sus consecuencias se plasmarán también en lo que hagamos con ella.

“Por todo esto, si tu misión consiste en humanizar la tierra, fortalece tus manos de noble labrador.” (8)

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1 Apuntes de charla Encuadre de oficios y disciplinas (1974).

2 La Acción Válida - (Las Palmas de Gran Canaria, España, 29/09/78) - Charla ante un grupo de estudios – Silo - Obras Completas Vol. 1.

3 Acerca de lo humano - (Tortuguitas. Buenos Aires, Argentina, 01/05/83) - Charla ante un grupo de estudios – Silo - Obras Completas Vol. 1.

4 Empatía: identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.

5 La colectividad agrícola de Sri Lanka - (Colombo, Sri Lanka, 20/10/81) - Intercambio con la Sanga budista en Sarvodaya - – Silo - Obras Completas Vol. 1.

6 Charla de Silo con Mensajeros – Bomarzo, 3/09/05.

7 Seminarios en España (Madrid, 03/11/1980).

8 Humanizar la Tierra. El Paisaje Interno. XI. Proyección del Paisaje Interno, 6. Silo - Obras Completas Vol. 1.
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