domingo, 12 de julio de 2009

Meditación Trascendental - Segunda Conferencia - H. van Doren


Llegaron a mis manos unas pocas preguntas. Vamos a tratar de responderlas más o menos sintéticamente.

Pregunta: "¿Debe pensarse que todo sistema de prácticas como la concentración y la incorrecta meditación llevan, necesariamente, a la autohipnosis?". Y en segundo lugar: "¿El trabajo de la concentración de la mente en distintos puntos del cuerpo, no puede activarlo positivamente". Por acá hay dos preguntas en una: no necesariamente todo trabajo de concentración, ni todo trabajo de la vulgarmente llamada meditación, lleva a la autohipnosis.

Ustedes se dan cuenta que por el tipo de exposición que estamos llevando, también caemos en cierto esquematismo, no puede ser de otro modo.

En general decimos hacia dónde van esas prácticas. Trabajando con ciertos recursos de concentración, moderadamente, podemos lograr una mediana educación de la atención, incluso una ampliación de la memoria. Pero claro, éstos son beneficios prácticos más o menos inmediatos, que no hacen a la liberación de los conflictos internos.

No necesariamente los trabajos de concentración llevan a la autohipnosis.

Ya explicamos ayer que la gente, afortunadamente, era tan poco persistente en sus prácticas que no había tal peligro. Al poco tiempo, pues, quien empieza a practicar aquello se cansa, no obtiene resultados y la cosa no pasa a mayores.

Hablábamos de algunos casos, muy especiales, de gente que insistía y volvía sobre lo mismo, y claro, iba logrando su punto mental o lo que eligiera. Y al ir logrando este punto mental y con el pasar del tiempo, comenzaba a comprobar que la mente se aquietaba, comenzaba a experimentar que las tensiones desaparecían y que incluso en la vida cotidiana ya se observaban algunos beneficios de relajamiento, de laxitud.

Decíamos que ulteriormente lograban la laxitud de la mente... y el embotamiento de la mente. De manera que sobre este punto no creo que haya mayores complicaciones.

En la misma pregunta hay una segunda parte, en donde se considera la posibilidad de que ciertos trabajos de concentración o de la vulgarmente llamada meditación, puedan beneficiar al cuerpo mismo, puedan activar algunas funciones.

Hay algunas experiencias en este sentido que demuestran que algunos sonidos o algunos colores, concentrados con mucha atención y mucha persistencia en determinados puntos del cuerpo, pueden efectivamente activarlo.

La acción de la mente sobre el cuerpo es innegable. En la vida cotidiana, ustedes reconocen la acción de las emociones sobre el sistema corporal. Posiblemente acá, entre los presentes mismos, hay alguien que sufre de úlcera, o cosa semejante, y sabe muy bien que el estado de ánimo, el estado nervioso, el estado de las emociones, actúa directamente sobre el soma y termina materializándose en ese tipo de afección.

Así es que ¿cómo vamos a negar que la mente trabajando negativamente, produzca resultados negativos y también pueda positivizar en algunos sentidos algunas funciones que estén deficientes?

Eso también es muy verdadero, pero estamos en 1972. Para eso están trabajando los laboratorios, hay mucha farmacopea en movimiento, la medicina oficial se desarrolla... La ciencia en suma, puede solucionarnos con una pildorita mucho más velozmente esos problemas, que lo que podemos hacer con nuestro pesado trabajo mentando un sonido, mentando un punto sobre alguna zona del cuerpo que tengamos deficiente.

De manera que, como decíamos también ayer, si la ciencia con su avance puede ir solucionando nuestros problemas corporales (nuestro sufrimiento físico), pues dejemos a ella y contribuyamos a que ella también se desarrolle.

Únicamente la ciencia no llega a la solución de los conflictos mentales profundos. Donde la ciencia no llega a resolver los conflictos profundos, entonces es necesario que apelemos a nosotros mismos.

Esto de la acción de la mente sobre el cuerpo es cosa de todos los días y es cosa también de algunos casos no muy frecuentes, pero que nos sirven de ilustración.

Ustedes saben que en estados de hipnosis se puede inducir al sujeto, aplicando un objeto frío en su mano, por ejemplo y sugiriendo que este objeto está ardiente, se lo puede inducir a que se produzcan reacciones en su piel. Las mismas reacciones que se producen justamente cuando se aplica un objeto caliente; los mismos síntomas, las mismas llagas. Así es que ¿cómo vamos a ignorar y cómo vamos a negar eso? Hay casos en los que algunos "místicos", por llamarlos así, se posesionan tanto de su objeto de adoración, tal es la expectativa por él, que terminan reproduciendo físicamente las llagas en el costado o en las manos, propias del señor Jesús, por ejemplo. Y todo esto no obra por milagro, obra por el enorme poder de la mente sobre el cuerpo.

En este sentido hay también disciplinas, como las disciplinas yogas, que pueden ser positivas a los efectos de la salud corporal. También es buena la gimnasia sueca, la danesa, la gimnasia en grandes aparatos, ¿no es cierto? Son buenas formas gimnásticas y sirven al cuerpo v también sirve una adecuada gimnasia respiratoria.

Acá poco importa que se llame "yoga". Si la utilizamos porque se llama "yoga", entonces, tal vez, haya otro tipo de implicancias de corte místico... no sé si me voy explicando.

Si a esa gimnasia la consideramos como a cualquiera otra y la llevamos a la práctica, pues seguramente obtendremos de ella sus beneficios. De manera que, sobre el punto, no creo que haya mayores dificultades.

Pregunta: "¿No podrían existir experiencias místicas no crepusculares, sino de supraconciencia?".

En primer término, para que esto se haga comprensible a todos los oyentes, deberíamos ponernos de acuerdo en qué cosa sea lo crepuscular, qué cosa sea lo consciente, qué cosa sea lo supraconsciente. Pero así, a grosso modo, podríamos decir que existen (y esto que vamos a exponer no es más que un esquema pedagógico, las cosas no son tan así, no son tan cortantes, son mucho más elásticas) diversos niveles de conciencia fáciles de reconocer.

Ustedes conocen el estado de sueño profundo. El sujeto duerme, la autocrítica disminuye y cualquiera sugerencia del exterior (cualquier estímulo) se amplifica, se modifica, cubre la conciencia y se cree en él. En un sueño puede pasar cualquier cosa y lo que sucede ahí no es criticado. En ese sueño profundo, las contradicciones más enormes pueden aparecer y se cree en ellas. Es el campo en que la autocrítica y el raciocinio están reducidos casi al mínimo.

Sicólogos contemporáneos han destacado algunos mecanismos como los de dramatización, elaboración secundaria, desplazamiento, etc., en donde se ve toda la movilidad irracional del sueño, las transformaciones que sufre.

En definitiva, lo más rescatable es advertir en ellos la disminución, el estrechamiento del poder de raciocinio. Y el gran poder, la gran susceptibilidad, la gran sugestión que hacen las imágenes sobre nuestra conciencia hasta cubrir la voluntad.

Ese es un nivel de conciencia que todos reconocemos.

Hay otro, que podríamos llamar de semisueño. No es el estado de vigilia ordinaria, como en el que estamos ahora. No es el estado de sueño profundo tampoco.

Es un estado intermedio. Ese estado se patentiza cuando entramos al sueño profundo o cuando salimos de él. Un estado en que está mezclada un poco la razón y un poco el onirismo completo. Un estado en el que los ensueños se desplazan con mucha velocidad y se nos evidencian de un modo muy pintoresco. Una suerte de estado de transición.

El semisueño podría ser (digamos con una figura) el "techo" del sueño. Pero, si bien se nos aparece como el techo del sueño, se nos aparece también como el "piso" de la vigilia.

El estado de vigilia ordinaria, en el que estamos ahora, ...supongo (RISAS) ...está montado sobre ese piso. No está desvinculado, por consiguiente, de ese piso, sino que éste le sirve de base, de apoyo. Y así en nuestro estado de vigilia ordinaria, somos bombardeados por contenidos del bajo fondo. Aquellos contenidos que, en el primer nivel de conciencia eran muy fuertes, muy sugestivos (en ellos se creía a pies juntillas), cubrían nuestra conciencia, hacían que nuestra autocrítica disminuyera. En el segundo estado, en el estado intermedio, iban disminuyendo en su intensidad. Y en el tercer estado, aunque no desaparecen del todo, han disminuido sensiblemente en su poder sugestivo.

De manera que las imágenes que ahora pueblan nuestra conciencia mientras hablamos o mientras escuchamos, a veces se nos escapan, pero con un poco de atención y un poco de práctica, las vemos fugazmente pasar por nuestra conciencia. Estas imágenes todavía están actuando.

Estas imágenes normalmente, sobre todo en situaciones opresivas y en situaciones de cansancio, se superponen a las mismas percepciones que uno tiene de lo que ocurre. Las cubren de tal modo que se genera un fantaseo o un ensueño, que nos distorsiona completamente la realidad. Merced a ese fantaseo y a ese ensueño, no tenemos de la realidad una percepción correcta, una percepción adecuada. Y éste es nuestro problema.

¿Existe la posibilidad de un estado de conciencia que no sea tocado por estas imágenes que nos borran la percepción?

¿Existe un nuevo estado de conciencia que pudiéramos llamar de: "conciencia de sí" y no de conciencia alterada, no de conciencia deformada por las imágenes del ensueño que vienen desde aquellas profundidades?

Tal vez ese estado existe, tal vez no sea cosa del otro mundo. Pero, sea como fuere, no es el estado en que vivimos corriente y cotidianamente.

La pregunta es: "¿No podrían existir experiencias místicas no crepusculares, sino de supraconciencia?".

Si entendemos por crepuscular lo que acontece en los niveles de sueño profundo, lo que acontece en alguna medida en los niveles de semisueño y, por el otro lado, consideramos como supraconsciente a aquello que está por encima del nivel de vigilia ordinaria, entonces empezamos a entendernos un poco.

Tal vez en algunas experiencias místicas se rocen estos hipotéticos niveles de supraconciencia. Pero de lo que sí tenemos certeza, es que en muchas operaciones rituales de muchas religiones o pseudo-religiones, sí se toca ese fondo de infraconciencia o de estado crepuscular.

Si alguno de ustedes ha asistido a una macumba o a algún tipo de ritual acompañado por música y motivado con luces, sahumerios y cuanta cosa; y ha visto a los oficiantes en actividad, habrá comprobado como "se preocupan" por no racionalizar sus actos, por soltarse, por aflojarse, por perder la conciencia vigílica.

De ese modo, merced a ciertos ritmos, a ciertas repeticiones, merced a ciertas tensiones emotivas (pero, sobre todo, merced a la reducción del campo de la conciencia), el sujeto es "tomado". "Tomado" si se trata de una macumba, o de una sesión espiritista, tomado directamente por un "espíritu" que viene a incorporarse a su cuerpo.

En ese tipo de estado mental se producen cosas muy raras, no sólo por los síntomas externos histero-epilépticos que se manifiestan (revolcones, griterío y todo aquello), sino porque en ocasiones estos sujetos despliegan cierta potencialidad muy poco común. Hay quienes, por ejemplo, pueden hablar en lenguas que les son extrañas y esto es sumamente llamativo. Hay otros que parece que captaran el pensamiento de los presentes.

Y así, fenómenos que entran dentro del campo de lo que nuestros sicólogos científicos hoy llaman lo "parasicológico". ¡Un rótulo nuevo para algo tan antiguo!

Bien, supongamos que esto se dé. Si esto es así, señores, pasa algo, algo muy grave. Pasa que se desarrollan una cantidad de potencias que, para nosotros hombres normales en estado de vigilia, están muy lejanas. Nosotros no tenemos cómo meter mano ahí. Si nos metemos en ese tipo de ritual, o nos metemos por el lado de la droga, o nos metemos por el lado de alguna religión, tal vez podremos encontrarnos con esas evidencias. Uno puede obtener, amigos, pruebas de otras realidades que no tiene en la mentación consciente.

Claro que sí, todo esto es muy llamativo.

Pero no es nuestra línea. Aparte de no ser nuestra línea, no consideraríamos a esos fenómenos (por muy brillantes que fueran) como fenómenos de supraconciencia.

Allí la conciencia está totalmente anulada.

Podríamos hablar de fenómenos de infraconciencia, de manifestaciones muy curiosas, que dotan al hombre de tal poder que uno no piensa en la línea descendente, sino en la otra. Ante semejantes aptitudes, creemos estar en presencia de una especie de superhombre.

No obstante, hay fenómenos que podríamos llamar místicos y que se producen no en la línea de la pérdida de la conciencia, no en la línea de lo crepuscular.

Si ustedes leen algunos místicos, descubrirán en ellos una enorme comprensión de la realidad. En ellos hay un gran trabajo, una gran bondad, una gran ampliación de la conciencia. No estamos en presencia del estado del macumbero... (RISAS).

Ahora bien, pueden existir estados que eleven nuestra conciencia, que amplifiquen nuestra conciencia, que nos permitan un conocimiento más vasto y más amplio de la realidad externa y de la realidad interna.

Cuando nosotros leemos al señor Buda no podemos ver en él la minimización de la conciencia. Al contrario, parece que nos encontráramos frente a una, enorme y compleja computadora, o algo más... De manera que ahí estamos en presencia de otro fenómeno.

A veces nosotros, gentes comunes que ocasionalmente nos ocupamos de estas cosas, tal vez por nuestro deseo de obtener resultados rápidamente, es muy probable (es casi seguro) que vayamos a dirigirnos en la dirección más fácil, en la dirección de caída, en la dirección infraconsciente, en la dirección crepuscular y de ninguna manera en la otra dirección.

Ese es el motivo por el cual, aunque sea esquemático, nosotros nos permitimos disparar nuestros dardos contra todo lo que suene a religión y a mística.

Espero que esta respuesta haya satisfecho la pregunta.

Pregunta: "¿Cuáles son las diferencias entre ensueño y núcleo de ensueño?".

Hay una diferencia dinámica, básicamente.

Digamos en general que el ensueño es móvil y el núcleo es fijo. En principio. Sabemos que con el tiempo el núcleo también se va moviendo.

El ensueño se manifiesta como respuesta a cualquier estímulo de percepción.

Ejemplo: voy en un colectivo y entonces pasa un coche por el costado. Ese estímulo es recibido, se interpreta rápidamente, se activa, se codifica y suscita internamente una serie de asociaciones. Estas asociaciones han sido clasificadas como: asociaciones por similitud, por contigüidad y por contraste. Es discutible, pero digámoslo así. Entonces pues, por similitud: si me dicen roca pienso en foca. Por contigüidad: si me dicen cuchara, pienso en tenedor. Si me dicen puerta pienso en ventana. Por contraste: si me dicen blanco, negro; alto, bajo; gordo, flaco.

Pues bien, el coche que pasa cerca mío cuando yo voy en el colectivo, se "mete" en mi conciencia como estímulo. Con ese estímulo hago mi elaboración interna y se produce una respuesta y esa respuesta no necesariamente la manifiesto, pero se produce una respuesta interna a este estímulo. Una respuesta que ha ido en la cadena de la contigüidad, de la similitud o del contraste. Se suelta una cadena subjetiva.

Entonces, me olvido de todo lo que me rodea: pasó el coche, se soltó la cadena y empiezo a fantasear, a ensoñar. Se sueltan una cantidad de mecanismos. Estos mecanismos pueden tener secuencias que se pueden seguir muy bien, o puede haber otro tipo de fenómenos como los que se revelan en los test de asociaciones libres.

Por ejemplo, en el test de Jung, se van lanzando palabras-estímulo y se van recogiendo respuestas. Muchas de ellas corresponden más o menos al nivel de las palabras-estímulo, pero hay otras que no tienen nada que ver. De manera que hay respuestas que van dentro de una secuencia más o menos ordenada, de las tres formas de asociación. Y hay otras que, aparentemente, no tienen nada que ver, pero que (como han descubierto nuestros sicólogos) tienen motivaciones más profundas.

Todas las respuestas que se dan a los estímulos tienen que ver con grabaciones anteriores, con la memoria. Ustedes saben que las percepciones se graban de muy distintos modos. Se graba no sólo por canales perceptuales distintos, sino que se graba con distinta intensidad: según mecanismos de repetición, según mecanismos de reminiscencia, según se actúe sobre un sentido o se actúe sobre todos los sentidos simultáneamente. Se graba con muy distinta intensidad y muy distinta forma.

Y además no sólo se graba una percepción dada, sino muchas otras que pueden andar por alrededor. De manera que a veces no sólo se graba una cosa, sino que se graba todo un clima.

¿Quién de ustedes no reconoce, al pasar por un zaguán por ejemplo, y por un olor que perciben, un clima de la juventud, de mucho tiempo atrás? A veces esos pequeños detalles suscitan no sólo asociaciones en la misma línea, sino toda una estructura de situación.

De manera que los ensueños, en principio, surgen como respuestas a los estímulos que han movilizado una cantidad de cadenas asociativas. Pero decimos de estas respuestas (que de alguna manera están en la memoria) que han sido grabadas de distintos modos. Y entonces, algunos estímulos tocan no solamente las cadenas, sino que tocan verdaderas constelaciones, verdaderas estructuras de situación.

Los estímulos que son lanzados en una situación deficiente, en una situación de dificultad, son respondidos de un modo estructural muy distinto al simple estímulo ocasional. En una palabra: si estoy con mucha hambre y mucha sed y pasan un buen plato y un buen vaso por delante, seguramente que la respuesta interna que voy a lanzar no va a ser la de simple cadena asociativa, sino toda una respuesta estructural que va a responder a mis deficiencias personales, a la, deficiencia de ese momento.

Desde el punto de vista que estamos estudiando, los ensueños, aparte de ser simples respuestas a estímulos de situación, aparte de eso, suelen ser respuestas estructuradas de compensación a las deficiencias que en ese momento se sufren.

Si interpretamos a los ensueños como respuestas de compensación a las deficiencias, nos vamos a entender mejor.

Sea que esas respuestas aparezcan compensando o como simple asociación, todo el fantaseo está ahí y ahí trabaja delante nuestro. Y se va modificando, según se van modificando las impresiones que vamos recibiendo.

Pero hay un cierto trasfondo síquico que no se modifica a la velocidad en que se desplaza el ensueño. A veces, ese trasfondo surge como una imagen fija (casi obsesiva podría decirse) y se mantiene a lo largo del tiempo.

Hay quienes elaboran suertes de arquetipos internos que se mantienen a lo largo de los años, que surgen en los sueños profundos, que surgen en la vida cotidiana. Pero esto no es lo frecuente, lo frecuente es un "tono" mental, un cierto trasfondo mental.

Si pudieran ustedes captar el trasfondo mental o el tono que está siempre trabajando como telón de fondo en la conciencia, advertirían, aproximadamente, lo que es el núcleo de ensueño.

De manera que no traten de caracterizar a ese núcleo como una imagen más, tal cual se les han ido presentando las otras imágenes que se desplazan.

Un poco tenemos el esquema atómico de Bohr: acá está el protón y acá están los electrones. Los electrones giran y el protón permanece. El núcleo de ensueño sería el protón y los ensueños se desplazarían. Está bien esa figura en principio, sólo que en el caso del protón tenemos el 99% de la masa de todo el átomo y en este caso no tenemos una cosa tan sólida ni tan manifiesta, sino más bien un trasfondo, un clima.

Si ustedes investigan en profundidad la vocación o la tendencia general y ven cómo toda su vida se orienta para cumplir con esa vocación, con esa tendencia, con ese proyecto, con esa imagen y sienten con fortaleza esa tendencia, van a poder comprender (así por el costado) qué cosa es ese núcleo de ensueño.

Ahora bien, este núcleo que parece una mala persona, nos tira y nos lleva por todos lados. Es, sin embargo, una de las grandes ayudas que tiene la conciencia para mantener su estructura.

Gracias a cierta fijeza que existe en ese trasfondo de la conciencia, el ser humano puede mantenerse en una línea, mantenerse en una dirección. Merced a los núcleos de ensueño, no sólo los individuos, sino pueblos y naciones enteras, van detrás de ideales, van detrás de una forma que no alcanzan nunca, pero que de todos modos los motiva y hace que las cosas vayan progresando.

El núcleo de ensueño es el que da dirección a la vida de los individuos y de los pueblos.

Pero esto de hablar de un "ensueño colectivo" suena un poco extraño, así es que dejémoslo de lado.

Nosotros, para responder rápidamente a esta pregunta, explicamos al ensueño como la simple respuesta al estímulo que se nos presenta; respuesta que surge en forma de imagen, por así decir.

Al núcleo lo explicamos como un trasfondo que tiene cierta permanencia, que dura un buen tiempo.

Una cuestión más cercana es ésta: observen que, cuando en una persona se mantiene una misma actitud durante mucho tiempo, su quehacer está dirigido y tal vez el sujeto sea productivo. Pero cuando en ese sujeto se produce una ruptura y se orienta en otra dirección, todas sus actividades cesan, se desarticulan.

Vuelvo sobre este asunto porque, muchos piensan, que simplemente se trataría en el trabajo interno de destruir ese núcleo y quedarse en el vacío. Posiblemente, si lograran destruir ese núcleo, se quedarían en el vacío, pero de un modo muy poco positivo.

Este núcleo tiene su duración, su ciclo, para dar una imagen. Este núcleo, con el correr del tiempo, se va desgastando. Y cuando termina por desgastarse otro viene, piadosamente, a llenar la conciencia que no puede quedar vacía y a orientar nuestras actividades en otra dirección.

Ayer decíamos que en las distintas etapas por las que pasa el hombre: la traslación de la infancia a la juventud, a la madurez, etc., es acompañada por transformaciones sicosomáticas. Hay distinto trabajo corporal y también distinto trabajo mental.

El niño ya no querrá jugar a los pistoleros... ya quiere ir a fiestas. Luego, con el correr del tiempo y al producirse otras modificaciones sicofísicas, también varían sus intereses. Pero estos intereses no sólo varían por la educación que va recibiendo, sino que varían también por su transformación interna.

Es como si existiera, para toda edad, un núcleo de ensueño característico que luego se fuera transformando en otro. Claro que en cada niño en particular hay modificaciones de este núcleo, pero es como si existiera un trasfondo propio de la edad.

A veces se produce en muy corto tiempo una transformación de personalidad extraordinaria. Y hay en cambio sujetos que, no obstante el paso del tiempo, quedan como fijados en una etapa de su vida, como cristalizados ahí. Entonces tienen 40 ó 50 años y un carácter infantil. Como si su núcleo hubiera permanecido en una etapa.

A veces se produce todo lo contrario a la evolución del ensueño, o a la cristalización del ensueño. Se producen verdaderas regresiones. Nuestros psicoanalistas han hablado de la fijación y de la regresión de la líbido. Muy bien, se aproxima perfectamente. Se producen entonces disociaciones de personalidad, regresiones a etapas infantiles e incluso el autismo.

Sin cambios de núcleo no habría cambios de personalidad. Si pudiéramos modificar el núcleo, cambiaríamos la personalidad concomitantemente. Y esto es lo curioso.

Si encontramos a un amigo que no hemos visto durante mucho tiempo y no ha desgastado su ensueño le decimos: "¡Pero no has cambiado! ¡Estás en lo mismo! ¡Piensas del mismo modo!". Si encontramos a ese mismo amigo un año después y le decimos: "¡Pero cómo has cambiado! es porque en él observamos un cambio. profundo. Claro, depende en qué momento del ciclaje de su núcleo de ensueño lo encontremos.

Y el ensueño se desgasta, se va modificando. Si queda fijado no varía. Si regresa cambia, pero de otro modo. No podemos ahora meternos a estudiar acerca de cómo se producen esos núcleos y su localización.

Pregunta: "¿Lo crepuscular, corresponde a lo inconsciente?".

¿De qué inconsciente estamos hablando? ¿Del que han venido a descubrir anteayer, o del inconsciente que ya ha sido muy estudiado, desde hace mucho tiempo, por los hindúes, entre otros?

Ustedes sabrán perfectamente que el inconsciente no ha sido descubierto por el Sicoanálisis...

Nosotros no estamos hablando de un inconsciente personal ni colectivo, con una barrera preconsciente, con un yo, con un super-yo, con una dialéctica mecanicista propia de la máquina de vapor. Donde el super-yo, que es lo moral, se opone al ello que son las fuerzas instintivas.

Nosotros no adherimos a ese tipo de planteo.

Hablamos de lo crepuscular y, en efecto, lo reconocemos relacionado con lo inconsciente en sentido amplio, fuera del esquema austríaco (Evidente alusión a Freud (n. del e.).) del siglo pasado y alejado de las influencias literarias de Sófocles y del neohelenismo europeo reciente (Seguramente se refiere al complejo de Edipo que Freud estudió basándose en la obra de Sófocles: "Edipo rey" (n. del e).).

Pregunta: "Se ha dicho que, en lugar de solucionar problemas, debe ahondarse en los problemas mismos. ¿Se trata del mismo planteo de Krishnamurti?".

Sí, y se trata de un planteo similar al de mucha gente razonable, que advierte esta Torre de Babel en la que estamos metidos.

Veamos esto de los problemas y lo referente a la respuesta a los problemas.

A le pregunta a B, B responde cosas que A no le preguntó. A no toma en cuenta la respuesta y larga otra. En definitiva, si no se atiende aunque sea a la pregunta, poco es lo que se puede responder.

Hay muchos lógicos que estudian el problema del preguntar, porque si el preguntar está incorrectamente formulado, toda respuesta que se dé también va a ser incorrecta.

Luego de esta pequeña vuelta y para responder a la pregunta, digo que sí, que se parece al planteo del señor Krishnamurti.

Y que, efectivamente, si no se atiende con cuidado al problema, la respuesta no puede ser correcta. Y como nosotros en general somos exitistas, frente a un problema rápidamente tratamos de solucionarlo. Y como no comprendemos la estructura del problema, éste sigue trabajando. Entonces buscamos paliativos, anestésicos de problemas: distracciones, desvíos, amodorramientos; todo lo que ustedes quieran, pero el problema sigue trabajando.

Es muy razonable lo que dice el señor Krishnamurti sobre la atención del problema, en lugar de buscar la modificación y la solución del problema.


Pasemos ahora a nuestro tema.

Ayer dijimos qué no era meditación. Meditación no era concentración. No era esa suerte de "meditación" como divagación. No era oración, no era ritualización.

Sí, en cambio, era tratar de atender a los hechos sin ensueño. Pero como debemos ser prácticos, tenemos que explicar algún pequeño truco para llevar eso adelante.

Tal vez lo más simple sea pasar revista a los hechos cotidianos (terminado el día si les gusta), pero atendiendo especialmente a cómo se ha ensoñado durante el día. A cómo ha sido llevado uno por cosas que no tienen nada que ver con la propia razón, sino con contenidos irracionales de fantaseo, etc.

Se medita también, en esa suerte de pasar revista, cuando se trata de indagar aquel problema que durante el día nos trajo sufrimiento.

Investigando la raíz del sufrimiento, la raíz del dolor, e investigando los ensueños de la vida cotidiana, no obtenemos resultados fantásticos e inmediatos. Sí, en cambio, vamos amplificando nuestra conciencia de nosotros mismos, con el siguiente resultado: que al día siguiente o en los días posteriores, o más adelante, precisamente por saber que luego paso revista a mis ensueños cotidianos y por saber que luego estudio el origen de todo conflicto y de todo sufrimiento que se me presenta, comienzo a estar cada vez más alerta. De manera que es un truco éste, que actúa por rebote.

Si yo me digo: "desde ahora voy a pensar sin ensueño, desde ahora voy a pensar con total y absoluta conciencia de mí, desde ahora voy a interpretar los conflictos que se me presenten y el sufrimiento que tenga en cada momento...”, va a suceder que, dentro de media hora, me he olvidado de mí mismo. He seguido a quienes proponen esos términos, comprobando que no son prácticos.

Los buenos monjes de antaño pasaban revista en sus ejercicios espirituales (Ignacio de Loyola nos da un sistema de listas para pasar revista a nuestros hechos cotidianos: pecados, defectos, tentaciones. Una especie de catálogo donde se hace un cómputo para mejorarse día a día).

Bien, a nosotros nos interesa también. En otro sentido, pero nos interesa pasar revista a los hechos cotidianos. No a todos los hechos cotidianos. Si ustedes quieren pasar revista a todo lo que han hecho en 16 horas, tardarán otras 16 aproximadamente. No, se trata de encontrar los puntos en donde el ensueño se ha hecho manifiesto y me ha desviado. Y los puntos del día donde se ha producido conflicto interno, ahondando en la raíz de ese conflicto.

Ese simple y humilde trabajo, sin ojitos en blanco ni grandes decorados, es el que nos permite ir amplificando la conciencia de día en día. Porque en los días siguientes, a medida que realizamos nuestras actividades cotidianas, ponemos en ellas mucha más atención porque las necesitamos como materia prima para nuestra revisión posterior... No sé si me explico... (AFIRMACIONES).

El mecanismo en sí es muy sencillo. Y es de tal utilidad (ahora, quizás no se advierta), que puede modificar nuestro campo de conciencia y puede producir transformaciones revolucionarias en uno. ¡Pero es tan desteñido cómo lo planteamos! ¿Quién va a pensar que se puede provocar una revolución de ese modo?.

Ayer hicimos un esbozo de los distintos niveles de conciencia. Hablamos por allí, del nivel de conciencia de sí. Digamos ahora que, característicamente, se lo logra mediante un trabajo de conciencia donde el ensueño desaparece y donde se tiene cabal conocimiento de lo que se va viendo.

Bien, no es cosa extraordinaria pasar del estado de mentación ordinaria, o de vigilia ordinaria como estamos ahora, al estado de conciencia de sí.

Prueben ustedes de hacerlo.

Estoy hablando, están escuchando. Yo los veo, ustedes me ven... Pero mientras sucede todo esto, ustedes y yo, estamos también en otras cosas. Un poco en la corbata. Un poco en el micrófono y sus hilos. O pensando en la hora y en lo que hemos dejado olvidado. Está muy bien. Además, es divertido. Pero todo eso es divagación.

Observen ustedes que ese es el estado de mentación ordinaria, de vigilia corriente, no es consciente del todo. Claro que no.

Traten ahora (mientras me escuchan, y yo voy a tratar de hacerlo mientras hablo, tratemos todos entonces) de hacer lo que estamos haciendo, pero sin perder conciencia de nosotros mismos.

Es decir: usted ve aquí al señor que se balancea y, mientras él habla, usted atiende a lo que habla, pero sin olvidarse de usted mismo. Ahora usted no está tan preocupado por la corbata, o si el conferencista saca un cigarrillo.

¿Se fijan? No estamos ya en esa cuestión. Sino que ahora estamos muy atentos a lo que se dice y además sabemos que estamos escuchando. ¿Me explico?

Si camino, sé que estoy caminando. Y no, mientras camino pienso en mi abuelita.

Así es de fácil y sin mayores complicaciones.

Pues bien: eso y no otra cosa maravillosa y estruendosa, es la conciencia de sí. Es así de sencillo, pero sin embargo, no tan fácil de mantener.

¿Han hecho la prueba mientras hablamos estos últimos cinco minutos? ¿Vieron cuánto enseñaron ustedes y yo?

Se ensoñó mucho acá. No estuvimos durante todo el tiempo muy atentos a lo que pasaba y a nuestra conciencia propia.

Como verán es así de sencillo, pero sin embargo, no tan fácil de mantener.

Así pues, la conciencia de sí puede ir lográndose, consolidando, con el transcurso del tiempo. Pero, les decía, no es tan práctico este sistema como aquel de la revisión. No es tan práctico porque acá nos hemos olvidado, en menos de 5 minutos, de continuar con su práctica.

La meditación en cambio ayuda, prepara el terreno para ese estado de "despierto", ese estado de vigilia (no sólo sobre las cosas, sino de vigilia sobre nosotros mismos), que nos hace más dúctiles, más flexibles, más inteligentes, con más amplitud de conciencia.

Hemos hablado de meditación simple.

Ahora vamos a hablar de otra cosa que no es de tanta utilidad práctica para nosotros, que tiene muy poco que ver con nosotros.

Es un sistema de tecnicismos, pero que a lo mejor sirve a algún estudioso que quiere comprender, experimentalmente y por él mismo, cómo son los mecanismos internos y a dónde se puede llegar.

Esta exposición que hacemos ahora, es sobre meditación trascendental.

La meditación trascendental es un tipo de meditación pasiva, que me permite alcanzar las raíces del pensar.

Si, en definitiva, el pensar y el mundo, sobre el que se piensa tienen la misma raíz, esta identificación entre lo interno y lo externo (no en el burlón sentido de ayer), esta identificación tiene que surgir en la meditación trascendental.

De tal manera, nos encontraremos con un tipo de realidad distinta a la realidad ilusoria que se nos presenta a la percepción. Una realidad en que la conciencia y las cosas se identifican, una realidad de visión sin tabiques en donde el mundo sea sin un afuera y sin un adentro.

La meditación trascendental se hace efectiva trascendiendo las percepciones, trascendiendo las imágenes, trascendiendo la memoria, el encadenamiento de la memoria, la tendencia de la estructura de la conciencia, y así siguiendo.

La meditación trascendental no trabaja con objetos, sino con actos de conciencia.

Pongámonos de acuerdo: un micrófono, un objeto. Tengo la percepción del micrófono. Cierro los ojos: tengo el recuerdo o la representación del micrófono. Me fijo ahora que estoy pensando en esa imagen que tengo del micrófono.

Observo que sin la imagen del micrófono no habría un acto que se refiere a él y sin el acto de conciencia no habría un objeto que se relaciona con él. Esa estructura que se me da en la conciencia entre acto y objeto (que ha sido conscientemente estudiada por ciertas corrientes de pensamiento contemporáneo), es la que nos va a interesar para nuestro trabajo.

De manera que, si bien puedo tomar de comienzo y como apoyo material, como dato físico al micrófono (este micrófono o un reloj o una sartén) éste me sirve simplemente de pretexto para que yo trabaje con mis actos mentales.

Todos habrán entendido que esto de la meditación trascendental no presta un servicio inmediato. A alguno le interesará bucear la cuestión por algo muy especial, pero hasta que no surja la necesidad, hasta que esto no se experimente como algo importante que vale la pena, no se entenderá su sentido.

A nosotros nos va a importar hacer descripciones para ver experimentalmente, internamente; ver cómo se producen ciertos fenómenos de conciencia. No es el caso de decir, como dice mucha gente, por ejemplo: "Bueno, el problema del hombre es que se identifica, que se adhiere". En fin, a lo mejor es uno de los problemas. ¿Pero, de dónde surge esto de adherirse? Tenemos que verlo, experimentalmente y por dentro.

Decimos: "el mundo es ilusorio". ¿Pero, cómo es posible, cómo surge este fenómeno ilusorio? Necesito entenderlo a este mecanismo. Así como aquello hay muchos otros casos. En cada paso que vayamos dando, en cada paso de meditación trascendental, trataremos de encontrar los mecanismos que se ponen en juego.

Vamos a usar metódicamente doce pasos. Podrían ser más, no es porque el horóscopo tenga doce signos... (RISAS). O podrían ser menos. Al primer paso lo vamos a designar como: aprender a ver.

Aprender a ver es atender a las percepciones sin ningún tipo de consideración sobre ellas. Simplemente atender. Si yo atiendo al micrófono y pienso algo sobre el micrófono, o empiezo a divagar en torno al micrófono, en realidad no estoy aprendiendo a ver. Yo ahora estoy preocupado por el primer paso metódico de atender simplemente.

Camino y atiendo lo que percibo. Esto no es tan fácil como parece. En seguida me distraigo, en seguida empiezo a hacer consideraciones. Aprender a ver el micrófono, puede parecerme a mi que es: empezar a pensar cómo está compuesto el micrófono; hacer una descripción de sus elementos, hacer un estudio de él. ¡Nada de esto es aprender a ver!

Aprender a ver es, simplemente, observar con atención... y punto.

Es precisamente en el aprender a ver, sin ningún tipo de crítica, sin ningún tipo de consideración, donde descubro la presencia de los ensueños.

De no haber puesto atención en algún objeto de la vida cotidiana, jamás podríamos haber descubierto la existencia de los ensueños. Y es ahí, en el primer paso, en el simple fijar la atención sobre una percepción dada (y en la dificultad que se produce por ese fijar la atención) cuando descubro los ensueños. No hablo de los ensueños porque alguien me lo dijo. Es que si me pongo con atención a fijarme en un objeto, al poco tiempo aparecen los ensueños. Y ahí los tenemos ya captados experimentalmente en nosotros mismos, y no porque alguien nos lo dijo.

Muy bien. Si esto es así, he descubierto ya algo en la atención dirigida. Seguramente, en todo otro tipo de atención siempre surgen los ensueños.

En el segundo paso voy a tratar de: ver en todas las cosas los sentidos.

En toda cosa que se percibe está la sensación, más la cosa. Por tanto, si bien percibo la cosa y me identifico con ella, advierto que mis sentidos la filtran y modifican. Debemos saber que esta fusión natural entre cosa y sentido, provoca ya los primeros falseamientos sobre el mundo. Aquí descubro el mecanismo de identificación.

Veamos los micrófonos. Si alguien me pregunta por los micrófonos, le respondo que los micrófonos están allá. La percepción está como en el medio, y la conciencia refleja los micrófonos que siguen estando afuera.

Parece que hubiera entonces un objeto externo, un sistema de filtro y de compaginación y en el fondo una suerte de pantalla.

Tal vez no sea así. Pero esto que yo puedo decir así (improvisando), no es cómo en realidad yo experimento la cosa. Si alguien me pregunta, digo que los micrófonos están allá. Pero en la percepción que tengo del mundo desaparece la idea de que existen los sentidos, de que existe la conciencia, y yo solamente experimento las cosas. No sólo experimento las cosas, sino que estoy confundido con ellas.

No estamos hablando acá del "ser-en-el-mundo" (Alusión a la filosofía heideggeriana (n. del e.).). Estamos hablando de cómo yo experimento las cosas en la vida cotidiana.

Esta falsa fusión entre conciencia y cosa hace que dependa yo de las cosas tal cual se me presentan. Si estas cosas (por la repetición, por el hábito, por la proximidad) se han incorporado a mí de fuerte modo y estas cosas me fallan, fallo yo.

Si me identifico yo con un objeto, que puede ser una persona... si me identifico con un objeto profundamente, y este objeto muere, se produce en mí un vacío enorme. ¿Y qué tiene que ver ese objeto conmigo? Seguramente algo debe tener que ver, porque al producirse una falla allá, siento yo el dardo acá.

De manera que, en este asunto de ver en las cosas los sentidos pero separando ambos términos, es que puedo establecer diferencias opuestamente a la experiencia diaria en la que veo los términos como fundidos.

En esta separación que hago entre aquello que me provoca la sensación y yo que percibo la sensación (en esta separación y en esta dificultad operativa) descubro los mecanismos de identificación básicos.

En el tercer paso, voy a tratar de ver ya en los sentidos, la conciencia. No voy a tratar de ver los sentidos en la conciencia. Si no que voy a tratar de ver en toda percepción, la acción de la conciencia.

No estamos hablando de la teoría de los sensualistas donde la conciencia no es nada más que la suma de sensaciones externas. No. Estamos hablando de otra cosa; estamos tratando de ver detrás de cada percepción, la acción de una estructura que permite que las percepciones se organicen. Voy a tratar de ver un ámbito que es, precisamente, el de la conciencia.

Ver en los sentidos la conciencia. En toda percepción se tiene una estructura que no está en los sentidos sino en la conciencia.

Estemos de acuerdo en cuestiones de términos, para comenzar.

Ustedes distinguen qué es sensación, percepción, apercepción, todo esto... Digamos así, muy elementalmente, que sensación es el dato aislado que tengo por una vía sensorial. El ojito, o el oído, por ejemplo. Una rata vibratoria de color y de forma, o de sonido. Pero resulta que, esta sensación aislada nunca se da aislada. Se da en estructura. Se dan en realidad percepciones y no sensaciones. Podría hablar de las sensaciones particulares de cada sentido, aun ahí se dan percepciones estructuradas, aun en cada sentido.

De manera que la sensación es una especie de elemento atómico dividido para su mayor comprensión, pero que no se da en la realidad.

Bien, ya la apercepción sería una cosa bien distinta. Sería la conciencia que tengo de la percepción... Que no es conciencia de sí. Es simplemente, escuchar un timbrazo y tener conciencia de ese timbrazo, pero no conciencia de sí. La apercepción es conciencia de la percepción.

Entonces: sensación, percepción y apercepción.

El micrófono es para mí micrófono, porque todas las sensaciones y la percepción que tengo de él se organizan en mi conciencia.

Existen algunos casos patológicos en donde las percepciones son confundidas por la estructura interna.

Hay por ahí un libro de William Faulkner en el que se habla de ciertos tipos extraños. En él pregunta un interlocutor: "¿no ha olido usted pasar por aquí una pelota de golf?". Allí (no obstante la percepción y los órganos de percepción, que están correctamente colocados y sin distorsión alguna) se interpretan los datos, se clasifican y se ordenan en una estructura que no corresponde a la normal. Ese tipo de enfermo es conocido como desintegrado eidético. Aun en personas normales se dan fenómenos de tipo ilusorio que corresponden también a errores en la interpretación de la percepción.

Bueno, el asunto pues es frente a este micrófono que tengo yo aquí, que él es tal para mí, porque todos los datos de percepción se estructuran en mi conciencia.

Yo de ninguna manera me voy a permitir decir que el micrófono es tal cual lo percibo. Un físico por ejemplo, qué diría hablando de las velocidades atómicas, de la estructura molecular y de la mayor parte del espacio vacío en el cuerpo sólido que nosotros percibimos de modo tan pleno e inmóvil.

Nosotros hablamos de esa percepción a la que estamos acostumbrados.

Muy bien, el micrófono se me presenta con tales características. ¿Pero esta percepción depende sólo de los órganos perceptuales o depende de la estructura de la conciencia?

Ustedes me dirán: de comienzo se van organizando en el niño las primeras percepciones y las sensaciones, y todo esto se va estructurando. Pero yo estoy preguntando en este momento si es que la conciencia, aparte de recibir los impactos del objeto externo, está inactiva. ¿O es que la conciencia misma, estructura de un modo muy activo los datos externos? Porque si es así, esto tiene gran importancia.

En el caso del LSD verbigracia, no es que el objeto haya cambiado externamente ni que se hayan "abierto las puertas de la percepción", como diría Huxley citando a Blake. ¿No será que se modifica la estructura de la conciencia y que esta conciencia que ha modificado su estructura, permite advertir en los datos sensoriales, cosas que antes no advertía? ¿E inversamente, apaga cosas que antes advertía? ¿O bien, pone de relieve o desplaza algunos fenómenos que de todas maneras, llegan invertidos?

Esto de reconocer en el fondo de toda percepción la acción de la conciencia es de vital importancia para nuestro estudio. Porque, de acuerdo a cómo esté estructurada esta conciencia, así será también la percepción del mundo que se tenga.

De manera que a una conciencia en sueño profundo, corresponderá una imagen del mundo muy distinta a una en conciencia de sí. Y si existiera la posibilidad de un nuevo nivel de conciencia, seguramente ese nuevo nivel de conciencia percibiría cosas que también llegan por todos nuestros sentidos y por el sentido de los dormidos, pero que ninguno de nosotros organiza o descubre.

La realidad se me aparecerá distinta si varío la estructura de la conciencia.

No nos vayamos lejos. Ustedes distinguen entre ilusión y alucinación. Ustedes saben que en la montaña ocurre mucho esto, merced a fenómenos de anoxia y de cansancio. Tengo un conocido que quiso esperar un tranvía en la cumbre del Aconcagua y estaba convencido de que el tranvía pasaría por allí, porque lo "veía" ascender. Ese ya es un caso de alucinación seria que ocurre a mucha gente en esos siete mil metros de altura. No creo yo que haya variado su mecanismo de percepción ni creo que hayan variado las rocas. Tiene que haber sucedido algo en su conciencia, básicamente en su cerebro.

Entonces, si nos ponemos en presencia de los fenómenos ilusorios y alucinatorios, nos damos cuenta que no tanto está el problema en la percepción, sino en la estructuración de la conciencia. Este asunto es el que aproxima a lo que nos interesa.

Este paso es el que nos hace descubrir, el cómo pueden gestarse las ilusiones.

En los pasos anteriores, hemos descubierto otras presencias, otros mecanismos, que podríamos haber desarrollado lateralmente, pero que simplemente los hemos anotado. Ahora descubrimos el mecanismo de las ilusiones. Y ahí lo dejamos y no criticamos nada, ni decimos nada a favor ni en contra, ni hacemos desarrollos. Nos limitamos a contemplarlo, a advertir cómo, a qué nivel de trabajo, surge el mecanismo de las ilusiones.

Nos vamos un paso más adentro y decimos: cuarto paso, ver en la conciencia la memoria.

Se observa que en toda percepción están los sentidos. Que la conciencia organiza estos datos sensoriales en estructura. Y finalmente, que la estructura depende de datos anteriores, de datos de memoria.

Hagamos desaparecer la percepción del micrófono. Cierro los ojos... ya no percibo el micrófono. Pero sí puedo recordar el micrófono, puedo evocar al micrófono. Tengo la representación del micrófono.

Descubro que en esa imagen del micrófono que corresponde, más o menos a la de percepción, hay un distinto acto que se refiere a ese objeto. En el acto de la percepción está el objeto-micrófono, pero el acto de la percepción es distinto al acto de la representación.

El objeto se me aparece más o menos del mismo modo, pero reconozco que son actos bien distintos. De ninguna manera podría confundir el objeto que me represento con el objeto que percibo... a menos que esté soñando despierto.

Noto esa diferencia y noto la diferencia en los actos que se refieren al mismo objeto.

Es gracias a los actos anteriores de percepción y a la representación basada en la memoria, que puedo reconocer a las nuevas percepciones. En todo reconocimiento hay pues percepción y representación. Aun las percepciones sobre entidades totalmente nuevas para la conciencia son aprehendidas, en relación con representaciones de ámbitos afines.

Descubro que las actividades de la conciencia: relacionantes y comparativas en general, tienen que ver con los datos anteriormente grabados.

Si bien es cierto que la memoria trabaja con la materia prima (por así decir) de percepciones anteriores, los actos de relacionar, comparar, etc., son no derivados de esa materia prima pero se relacionan con ella de modo inseparable. Descubro en general, que los mecanismos de comparación y los mecanismos de relación de la conciencia, tienen que ver con las grabaciones anteriores.

Entre los habitantes del Archipiélago Malayo, por ejemplo y un occidental del centro de Europa, contemporáneos ambos, hay una gran diferencia en su forma de relacionar las cosas y hay diferencias en la forma de percibir el mundo.

Esas formas mentales diferentes dependen de los datos de percepción que ha asimilado el uno y el otro y de la interpretación que se ha forjado en una y otra mente, merced al tipo de culturación, de educación recibida. Aunque la estructura de la conciencia sea similar en uno y en otro, las relaciones que establecen son distintas, gracias a los datos recibidos y al tratamiento que de ellos hacen sus sistemas culturales.

Observen ustedes que hay una lógica distinta en el aborigen y en el hombre de occidente, también entre el hombre de occidente y un hindú. No es lo mismo una lógica formal, una lógica dialéctica, una lógica fenomenológica, que una lógica nyâya hindú (que se va moviendo por conexiones de sorites), ni lo mismo que una lógica analógica, propia de los pueblos polinésicos.

Para un polinésico posiblemente, las relaciones entre objetos estén dadas sobre todo por la similitud de formas según las cadenas asociativas que habíamos estudiado al comienzo. El puede muy bien establecer relaciones de ese tipo, de similitud, según los datos y las creencias que tiene depositados en su memoria. Según el tipo de estructuración mental que se ha hecho con ellos, surge todo un sistema de relaciones y una lógica muy peculiar. Y nosotros tenemos también una lógica y un sistema de relaciones cotidiano producto de nuestra educación y nuestras grabaciones.

Observen que los mecanismos de memoria son los que nos permiten en definitiva, comparar y relacionar. Y que si nosotros sacáramos toda esa materia prima no podríamos establecer relaciones de ningún tipo. Nos guste o no nos guste (he aquí lo interesante), descubrimos que la comprensión depende de la memoria.

De manera que poca comprensión puede haber con poco dato. Sin dato no puede haber comprensión. Aunque la estructura de la conciencia por sí misma permita relacionar, sin dato, ¿qué se puede relacionar? ¡No se puede relacionar en el vacío!

Hemos dicho antes, que existe una implesión mutua entre el acto y el objeto de conciencia. Y si existen actos propios de la conciencia, tales como los actos de relacionar y no existen objetos, no se puede dar la implesión.

De manera que gracias a la memoria, es que puedo comprender. Desde luego que habrá mayor inteligencia (por así decir), mayor comprensión, cuanto mayor sea la posibilidad de relación entre datos. Puede a la inversa suceder, que tenga almacenados una cantidad de datos y no tenga capacidad de relación.

A mismo número de datos, pero con mayor capacidad de relación, más inteligible se hace el asunto y más inteligencia hay en esas operaciones. Pero básicamente, sin datos y sin grabación de memoria, no hay comprensión ni hay inteligencia.

Eso es lo que quiero tratar de transmitirles en lo referente a la memoria actuante y condicionadora de la conciencia.

En el quinto paso, vamos a tratar de ver en la memoria la tendencia.

¿Qué es esto de la tendencia? Aquí ya se observa lo que podríamos llamar, entre comillas: la "forma mental". No como representación, no. Aquí se observa la forma mental no como representación, sino como todo acto de conciencia que tiende a ligarse a un objeto.

Se observa que si se trata de prescindir de la representación, para atender a actos puros, nuevos objetos aparecen para ligarse a esos actos. Y se organizan representaciones que completan actos, en lo cual se observa el trabajo de la memoria de continuo, ya que la memoria tiende a actualizarse y tiende a cubrir el vacío que se produce en la conciencia.

Descubro en definitiva, lo que ya descubrió Brentano: el mecanismo de intencionalidad. Descubro además en la conciencia, el proceso mediante el cual la memoria tiende a manifestarse cubriendo cualquier acto de conciencia.

Tengo el micrófono, cierro los ojos, tengo la representación del micrófono; observo ahora no ya la imagen interna del micrófono sino el acto que se refiere a la representación. Ese acto se ha convertido ahora en un objeto de conciencia. ¡Fíjense qué gracioso! Resulta ahora que el objeto no es el micrófono representado sino que ahora el objeto es lo que en el paso anterior era el acto.

¿Y por qué digo que esto es ahora un objeto? Digo que es un objeto porque hay un nuevo acto de conciencia que se refiere a él. Todo acto que se refiere a algo, se refiere a un objeto.

De manera que ahora no tengo ni siquiera la imagen del micrófono, ahora tengo el acto de representación del micrófono el cual estoy estudiando. ¿Está claro?

Descubro el mecanismo de intencionalidad que hace que todo acto de conciencia tenga como referencia a un objeto y que en cuanto desaparezca un objeto de la conciencia, inmediatamente tenga que aparecer otro para ser cubierto por la intencionalidad de mis actos.

El sexto paso lo expreso como: ver en la tendencia el encadenamiento y digo que aún en el caso de lograr prescindir de toda representación, noto la tendencia a que la conciencia se complete en actos.

Noto esto en el esfuerzo por eliminar toda representación, como pueden hacer aquellas personas afectas al vacío mental, o a la mente en blanco... ¡Hay quienes hacen estas cosas! ... (RISAS) ... Se preocupan porque en la mente no haya "nada". ¿Y qué sucede? Que siempre vuelven nuevas "cosas"..

Pero supongamos que por un esfuerzo muy especial, yo lograra en mi conciencia impedir que "entrara" ningún tipo de contenido; yo estaría haciendo un esfuerzo. Es más, yo tendría ahora la noción del instante en que estoy trabajando. Yo digo: "ahora voy a tratar de que no entre ningún contenido de conciencia. Ahora sí, ya entró uno". De manera que me estoy preocupando y tengo expectativa en que no entre y me cuido de que no entre ningún objeto de conciencia.

En todo este tipo de trabajos, estoy observando actos de conciencia que me ponen en evidencia un encadenamiento, una tendencia en la conciencia a ser completada por actos.

De manera que, aun en el caso de la conciencia vacía, en el caso de la no-mente, aún en ese caso, existen expectativas que tienden a llenar la conciencia.

Y no podría ser de otro modo, porque la conciencia es una estructura. Esta estructura de la conciencia es, en principio, insalvable. Es la que permite que pueda pensar. La conciencia tiene una estructura y no puedo evadirme de esa estructura.

La estructura de conciencia hace que aun cuando haga el vacío de contenido mental, existan las protensiones y las retenciones, existan los instantes de tiempo, exista un ordenamiento. Todo aquello existe en la conciencia y yo lo advierto.

En suma: a las resistencias mentales, a esos esfuerzos, a esos trabajos que hago por impedir que todo acto de conciencia se manifieste y que todo objeto de conciencia se manifieste, a todas esas dificultades, las observo delatando tendencias a las que está encadenada la conciencia y sin las cuales no parece poseer estructura organizada, ni parece poder actuar.

Este hecho es de consecuencias, por cuanto se encuentra en la raíz de la forma mental. Este encadenamiento es el que impide sobrepasar la estructura de la propia conciencia y que nos ata a una forma determinada. Descubro de este modo el mecanismo de determinismo de la conciencia.

Cuando hablo o se habla de la libertad de la conciencia, es bueno atender con mucho cuidado a ver dónde la descubrimos, porque hasta ahora nos guste o no, todo lo que hemos encontrado ha sido el mecanismo de determinismo de la conciencia.

Y con esto, terminamos por hoy. Espero que se hayan divertido.

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Meditación Trascendental - Explicación - H. van Doren - http://omarpal.blogspot.com.ar/2009/07/meditacion-trascendental-explicacion-h.html

Meditación Trascendental - Introducción - H. van Doren - http://omarpal.blogspot.com.ar/2009/07/meditacion-trascendental-introduccion-h.html

Meditación Trascendental - Primera Conferencia - H. van Doren - http://omarpal.blogspot.com.ar/2009/07/meditacion-trascendental-primera.html

Meditación Trascendental - Segunda Conferencia - H. van Doren -

Meditación Trascendental - Tercera Conferencia - H. van Doren - http://omarpal.blogspot.com.ar/2009/07/meditacion-trascendental-tercera.html

Meditación Trascendental - Cuarta Conferencia - H. van Doren - http://omarpal.blogspot.com.ar/2009/07/meditacion-trascendental-cuarta.html


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Meditación Trascendental - H.van Doren
Es propiedad del autor
Editorial Transmutación
Inscripción Nº 40.946
Impreso en Chile

Se terminó de imprimir
el 19 de enero de 1973
Sociedad Impresora Camilo Henríquez Ltda.
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