Unos 1.000 seguidores de Zelaya con camisetas a favor del depuesto mandatario y pañuelos rojos, realizaban el sábado una marcha bloqueando una avenida que conduce al aeropuerto de Tegucigalpa.
“Sería como un milagro que hoy se solucionaran las cosas” en Costa Rica, dijo Hugo Navarro, un profesor de historia de 49 años, poco antes de que la policía antimotines ordenara disolver la marcha.
Fuentes cercanas al depuesto presidente dijeron que las protestas se intensificarían el domingo si las conversaciones de Costa Rica naufragan, aumentando el riesgo de choques con la policía.
“Yo quiero que les digas al pueblo hondureño que en pocas horas voy a estar en nuestro país”, dijo en la marcha la esposa de Zelaya, Xiomara Castro, citando un mensaje de su marido a los manifestantes.
De acuerdo con una fuente militar en Honduras, el Ejército está acuartelado en alerta máxima desde el jueves y soldados fueron desplegados en el departamento natal de Zelaya, Olancho, que limita con Nicaragua, y en otros puntos del país por donde podría entrar el depuesto presidente, para detenerlo.
“Están (los soldados) en estado de apresto máximo”, dijo la fuente.
El peor terremoto político en América Central en 20 años representa un desafío para el presidente estadounidense, Barack Obama, quien apoya al depuesto mandatario hondureño pero busca contrarrestar la influencia regional de Chávez.
La posibilidad de que Zelaya regrese a Honduras desafiando una orden de arresto por supuestamente violar la Constitución fue lanzada el viernes por el izquierdista Chávez, cuya cercanía al presidente hondureño irritó a muchos en la empobrecida y conservadora nación centroamericana.
“El país esta paralizado, es un país ingobernable y todo el pueblo pide que vuelva Zelaya, lo que tienen que hacer los golpistas es entregar el Gobierno al legítimo presidente y nosotros todos apoyarlo”, dijo Chávez a periodistas en La Paz.
Al igual que Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA), Washington exige la restitución de Zelaya, pero pidió al líder venezolano moderar su lenguaje para no desestabilizar la región, donde el fantasma de los golpes militares parecía haber sido superado.
Pero el propio Zelaya confirmó más tarde su regreso. “La fecha, la hora, el lugar, la vía, el mecanismo: terrestre, aéreo o marítimo, yo no se lo puedo decir”, dijo el viernes por la tarde a periodistas en Nicaragua.
Zelaya ya había intentado una semana después del golpe regresar en un avión venezolano a Honduras, pero el Gobierno interino amenazó con interceptarlo y tuvo que seguir vuelo a el vecino El Salvador.
El episodio acabó en tragedia cuando uno de sus partidarios murió por disparos de los soldados que custodiaban el aeropuerto.