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Creencias, Credos y Libertad - Luis Ammann
A Jorge D’Alesio
Los hombres libres no tienen credo.
Las creencias mueven a la masa porque son imágenes fuertes con carga emotiva que no se contrastan intelectualmente.
La creencia no se discute: es.
Fácilmente se convierte en fanatismo y es la base de la discriminación y la violencia. El que no tiene la misma creencia es malo por diferente.
Los Humanistas intentamos reemplazar las creencias de nuestro “paisaje de formación” (dadas por el medio familiar y social en una época determinada, principalmente en la niñez y adolescencia), por certezas de experiencia, por registros acordes a nuestro ideario y valores, entre los cuales, está el respeto a la diversidad.
Nuestras certezas provienen de la experiencia y están abiertas a su modificación por nuevos datos de la realidad, por otras instancias de pensamiento, por nuevos descubrimientos.
“El ser humano es abierto al mundo” –explica Silo- y tanto él como el mundo están en constante cambio (1).
El primero, porque escala de comprensión en comprensión; el segundo, porque recibe la acción transformadora de la intencionalidad humana.
Los credos inmovilizan y generan una ilusión compensadora de la movilidad constante de la conciencia. El credo actúa al margen del intelecto con un fuerte tono emotivo y genera sensación de seguridad. Por eso, los que medran con la pequeñez de la gente, generan un credo acorde a sus intereses para dominarlos.
Los hombres libres se mueven por imágenes elegidas que tienen fuerza, la fuerza que da pensar, sentir y actuar en la misma dirección. Es decir: la fuerza de la coherencia.
Las imágenes están priorizadas por el intelecto y el intelecto está iluminado por un sentido de vida elegido y ratificado cada día.
La imagen trazadora está en el futuro. Es un plan, un proyecto y es movilizadora porque es querida.
No se ha encontrado nada mejor que hacer después de haber elegido entre lo mejor.
Sin embargo, la imagen motora personal de un humanista no se impone a otro hombre libre que no la comprenda ni la haga suya.
El credo es pedigüeño. Necesita la fe del crédulo para existir y operar. Reclama que le presten fe.
El credo exige y sólo cuando la conciencia se somete, actúa como un opio.
Adormece la búsqueda constante de la conciencia y dinamiza acciones fanáticas.
Quién cree, tiene axiomas que guían su conducta y puede moverse con fuerza inigualada.
Solo que ha renunciado al tormento, a los afanes y al placer de la búsqueda intelectual.
El libre -quién está fuera del credo- tiene que descender en su búsqueda a los infiernos de la crisis y desde allí construir el sentido de la vida. Elegir la dirección y construir.
Tendrá entonces las imágenes rectoras para su acción, se moverá en el mundo por ellas y las comunicará a otro sin imponerlas y no discriminará a quiénes las rechacen.
Aceptará la libertad de quienes tienen otras certezas o se mueven por creencias propias de su paisaje de formación y no revisadas.
II
El credo es cómodo y tranquilizador. Es un ordenamiento dado por otros, funciona en la práctica cotidiana, es popular.
Pero es cerrado, no se basa en la elección, ni respeta la libertad del otro.
Por tanto, no puede haber un credo humanista.
El hombre libre, el humanista, transmite “principios de acción” que han trascendido el tiempo y las culturas; los credos son normas epocales.
En acuerdo con los Principios de la Acción Válida (2) es posible la interpretación personal; la conciencia individual participa y la conducta es orientada hacia acciones coherentes.
Las creencias pueden orientar hacia conductas que hoy se presentan socialmente como ciertas y mañana, al ser reemplazadas por otras aspiraciones colectivas, muestran la incoherencia e invalidez de aquel comportamiento que fue fiel al credo.
El credo religioso tiene aún más fuerza que el laico porque se pretende proveniente de una divinidad y cuando es demolido por el avance humano se aferra a su formulación convirtiendo a las creencias en dogmas.
En ocasiones, es patética la insistencia con que intenta cubrir la brecha entre la formulación de la realidad por el credo y la realidad percibida y realizada por el ser humano.
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(1) Silo, Diccionario del Nuevo Humanismo, Magenta Ediciones, 1996. (29 Silo, Humanizar La Tierra, ATE, Barcelona, 1980 - Enlace a pagina para descargar: http://www.silo.net/Dictionary-es.php
(2) Los Principios de Acción Válida - Silo - http://omarpal.blogspot.com/2011/08/los-principios-de-accion-valida-silo-23.html
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Extraído del blog de Luis Ammann - http://luisammann.com.ar/
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Bonus Track para los amigos: La Guia del Camino Interno - Silo - http://omarpal.blogspot.com/2010/11/la-guia-del-camino-interno-la-mirada.html
Fragmentos de “Los Estados Internos”. Charla espontanea dada por Ernesto H. de Casas en Cullera, Valencia, en 1986 - http://omarpal.blogspot.com/2009/07/fragmentos-de-los-estados-internos_26.html
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