Siloismo - Doctrina - (Enlace)
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Leyes Universales
1.- Estructura: nada esta aislado , sino relacionado dinámicamente con otros seres , dentro de ámbitos condicionantes .
2.- Concomitancia: todo proceso esta determinado por relaciones de simultaneidad con procesos del mismo ámbito .
3.- Ciclo: todo esta en evolución y va desde lo simple a lo complejo según ritmos cícliclos .
4.- Superación de lo viejo por lo nuevo: la síntesis de proceso asume las diferencias anteriores , eliminando elementos cualitativamente no aceptables para pasos mas complejos .
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Ley de estructura
“Nada existe aislado, sino en relación dinámica con otros seres dentro de ámbitos condicionantes”.
Esta ley indica que no son válidos los estudios que se hagan de un objeto si no se lo relaciona con otros objetos que están en el mismo medio, si no se tiene en cuenta que tanto ese objeto de estudio como los otros, que se relacionan con él, están en movimiento y si no se los comprende dentro de ámbitos mayores que condicionan su comportamiento.
Esto vale tanto para comprender la realidad como para actuar sobre ella.
Este postulado nos indica que no son válidos los estudios que se realicen de un objeto aislado de su contexto. El objeto no es separable de su ámbito, porque objeto y ámbito conforman una estructura indisoluble; si cambia el ámbito ya el objeto no es el mismo.
Desde esta perspectiva, los esfuerzos de la ciencia por comprender los fenómenos aislándolos del medio en que se dan, aparecen como sumamente limitados.
No obstante dichos esfuerzos han sido muy fructíferos en ciertos campos como la física, la química y la biología, pero muestran marcadamente sus limitaciones cuando se quieren aplicar a las llamadas ciencias humanísticas, como la psicología, la sociología o la economía.
La complejidad de los fenómenos humanos, su esencia, muestran que no es posible explicarlos si apelamos a ese recurso de seccionarlos de su entorno para estudiarlos y comprenderlos.
La conciencia no es una palanca o un músculo, que se pueda cortar para estudiar. No se entienden los mecanismos de conciencia si los separo del medio cultural y social donde se dan. Y en ese medio, su relación con otros elementos es activa y dinámica.
Agreguemos, además, que su medio no es solo espacial, sino también y prioritariamente, temporal. Pero no con una temporalidad externa y lineal, reducible a fechas, sino una temporalidad interna y estructural donde el pasado, el presente y el futuro se entrecruzan de modo activo y ponderan el aquí y ahora de cada momento.
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Ley de concomitancia
“Todo proceso está determinado por relaciones de simultaneidad con procesos del mismo ámbito y no por causas lineales del movimiento anterior del que procede”.
Con esta Ley estudiamos las relaciones de simultaneidad con otros procesos que se desarrollan en el mismo medio.
Explica que los fenómenos contemporáneos que se dan en un ámbito, no pueden ser explicados acabadamente por la simple relación causal de unos fenómenos sobre otros, ni sobre su situación en un momento anterior, sino que hay que comprenderlos en relación al momento de proceso del medio en que están inmersos.
Así, cuando estudiamos un fenómeno que se da en un momento determinado, su manifestación no es mera consecuencia del accionar de otro que actúa sobre él (causa – efecto), sino que sobre ellos opera simultáneamente una condición dada por el ámbito mayor en que se encuentran.
Esta ley está relacionada con la anterior. Nada está aislado, sino que está en relación dinámica con otros fenómenos que se dan dentro de ámbitos condicionantes. La explicación de lo que se observa, no se agota en el simple hecho de denotar de donde viene en lo inmediato, sino que primariamente hay que estudiar el ámbito condicionante en que se da. Este ámbito es espacial y temporal, es una estructura de relación que cambia momento a momento.
Obviamente, esta visión mantiene una fuerte discusión con el pensamiento lineal y causalista, que trata de explicar los fenómenos sólo en función de causas y efectos, aislándolos del contexto en donde éstos se dan.
No dejamos de apreciar que este pensamiento causalista permitió un gran avance a la racionalidad del siglo XIX. Por ejemplo, cuando Louis Pasteur desarrolla su teoría microbiológica, ésta chocó fuertemente contra la idea de la generación espontánea, aceptada por los científicos de la época. Su poder explicativo y su aplicación abrieron el camino a los avances de la medicina moderna y permitió la comprensión de la etiología y proceso natural de las enfermedades infecciosas que hasta ese momento eran la principal causa de mortalidad de la población.
No obstante, y en la medida en que el perfil epidemiológico de las poblaciones fue cambiando y comenzaron a interesar las enfermedades crónico degenerativas, esta teoría no fue suficiente y se requirió desarrollar nuevos modelos teóricos como los ecológicos y de multicausalidad. Pero ya estos modelos son insuficientes para explicar los complejos problemas que se presentan en la medicina actual y se requiriere de un nuevo salto conceptual que permita dar cuenta de ellos.
Así, el Pensamiento Estructural Dinámico podrá servir de base a una nueva visión general, superadora de las contradicciones acumuladas por el pensamiento lineal.
Reconocemos que hay cierta dificultad para poder apreciar la relación entre fenómenos concomitantes porque estamos muy marcados por el molde de la línea del tiempo, la causalidad, el antes y después, y nos es difícil apresar que lo que se observa en un momento no es simple consecuencia de lo que pasó antes, sino de la existencia de un ámbito mayor en el cual están inmersos los fenómenos y que los condiciona según el momento de proceso, como también condiciona la mirada de quien pretende estudiar dichos fenómenos.
A modo de ejemplo, uno podría preguntarse ¿por qué estoy aquí? ¿Es porque cada uno de nosotros hizo un proceso individual que nos trajo hasta aquí? ¿O es porque, simultáneamente, participamos de un marco mayor que, por momento de proceso, está generando una influencia en nosotros que hace que estemos interesados en estos temas? Uno apuntaría a mirar distintas cosas haciendo un razonamiento u otro. No es lo mismo tratar de entender “mi situación” si pienso que ésta es puro devenir biográfico, sólo causas y efectos, a tratar de entenderla relacionándola con el contexto social e histórico del mundo en el que vivo.
Cuando trato de entender una situación, tiendo a explicarla en función de algún elemento puntual que llamo causa. Pero también uno podría preguntarse ¿es que solamente podría haber hecho esto, o podría haber hecho otra cosa si se hubieran dado otras circunstancias? ¿Cuál es la circunstancia mayor que nos engloba? Esa gran circunstancia, es la estructura de relaciones que se dan en un espacio social y en un momento histórico determinado.
Esto que decimos no niega la libertad de elección, sino que nos lleva a reflexionar acerca de los límites dentro de los cuales puedo ejercer mi capacidad de opción.
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Ley de ciclo
“Todo en el Universo está en evolución y va desde lo más simple a lo más complejo y organizado, según tiempos y ritmos cíclicos”.
Esta ley indica que no son válidos los estudios que se hagan de un objeto si no se lo relaciona con otros objetos que están en el mismo medio, si no se tiene en cuenta que tanto ese objeto de estudio como los otros, que se relacionan con él, están en movimiento y si no se los comprende dentro de ámbitos mayores que condicionan su comportamiento.
Esto vale tanto para comprender la realidad como para actuar sobre ella.
Este postulado nos indica que no son válidos los estudios que se realicen de un objeto aislado de su contexto. El objeto no es separable de su ámbito, porque objeto y ámbito conforman una estructura indisoluble; si cambia el ámbito ya el objeto no es el mismo.
Desde esta perspectiva, los esfuerzos de la ciencia por comprender los fenómenos aislándolos del medio en que se dan, aparecen como sumamente limitados.
No obstante dichos esfuerzos han sido muy fructíferos en ciertos campos como la física, la química y la biología, pero muestran marcadamente sus limitaciones cuando se quieren aplicar a las llamadas ciencias humanísticas, como la psicología, la sociología o la economía.
La complejidad de los fenómenos humanos, su esencia, muestran que no es posible explicarlos si apelamos a ese recurso de seccionarlos de su entorno para estudiarlos y comprenderlos.
La conciencia no es una palanca o un músculo, que se pueda cortar para estudiar. No se entienden los mecanismos de conciencia si los separo del medio cultural y social donde se dan. Y en ese medio, su relación con otros elementos es activa y dinámica.
Agreguemos, además, que su medio no es solo espacial, sino también y prioritariamente, temporal. Pero no con una temporalidad externa y lineal, reducible a fechas, sino una temporalidad interna y estructural donde el pasado, el presente y el futuro se entrecruzan de modo activo y ponderan el aquí y ahora de cada momento.
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Ley de concomitancia
“Todo proceso está determinado por relaciones de simultaneidad con procesos del mismo ámbito y no por causas lineales del movimiento anterior del que procede”.
Con esta Ley estudiamos las relaciones de simultaneidad con otros procesos que se desarrollan en el mismo medio.
Explica que los fenómenos contemporáneos que se dan en un ámbito, no pueden ser explicados acabadamente por la simple relación causal de unos fenómenos sobre otros, ni sobre su situación en un momento anterior, sino que hay que comprenderlos en relación al momento de proceso del medio en que están inmersos.
Así, cuando estudiamos un fenómeno que se da en un momento determinado, su manifestación no es mera consecuencia del accionar de otro que actúa sobre él (causa – efecto), sino que sobre ellos opera simultáneamente una condición dada por el ámbito mayor en que se encuentran.
Esta ley está relacionada con la anterior. Nada está aislado, sino que está en relación dinámica con otros fenómenos que se dan dentro de ámbitos condicionantes. La explicación de lo que se observa, no se agota en el simple hecho de denotar de donde viene en lo inmediato, sino que primariamente hay que estudiar el ámbito condicionante en que se da. Este ámbito es espacial y temporal, es una estructura de relación que cambia momento a momento.
Obviamente, esta visión mantiene una fuerte discusión con el pensamiento lineal y causalista, que trata de explicar los fenómenos sólo en función de causas y efectos, aislándolos del contexto en donde éstos se dan.
No dejamos de apreciar que este pensamiento causalista permitió un gran avance a la racionalidad del siglo XIX. Por ejemplo, cuando Louis Pasteur desarrolla su teoría microbiológica, ésta chocó fuertemente contra la idea de la generación espontánea, aceptada por los científicos de la época. Su poder explicativo y su aplicación abrieron el camino a los avances de la medicina moderna y permitió la comprensión de la etiología y proceso natural de las enfermedades infecciosas que hasta ese momento eran la principal causa de mortalidad de la población.
No obstante, y en la medida en que el perfil epidemiológico de las poblaciones fue cambiando y comenzaron a interesar las enfermedades crónico degenerativas, esta teoría no fue suficiente y se requirió desarrollar nuevos modelos teóricos como los ecológicos y de multicausalidad. Pero ya estos modelos son insuficientes para explicar los complejos problemas que se presentan en la medicina actual y se requiriere de un nuevo salto conceptual que permita dar cuenta de ellos.
Así, el Pensamiento Estructural Dinámico podrá servir de base a una nueva visión general, superadora de las contradicciones acumuladas por el pensamiento lineal.
Reconocemos que hay cierta dificultad para poder apreciar la relación entre fenómenos concomitantes porque estamos muy marcados por el molde de la línea del tiempo, la causalidad, el antes y después, y nos es difícil apresar que lo que se observa en un momento no es simple consecuencia de lo que pasó antes, sino de la existencia de un ámbito mayor en el cual están inmersos los fenómenos y que los condiciona según el momento de proceso, como también condiciona la mirada de quien pretende estudiar dichos fenómenos.
A modo de ejemplo, uno podría preguntarse ¿por qué estoy aquí? ¿Es porque cada uno de nosotros hizo un proceso individual que nos trajo hasta aquí? ¿O es porque, simultáneamente, participamos de un marco mayor que, por momento de proceso, está generando una influencia en nosotros que hace que estemos interesados en estos temas? Uno apuntaría a mirar distintas cosas haciendo un razonamiento u otro. No es lo mismo tratar de entender “mi situación” si pienso que ésta es puro devenir biográfico, sólo causas y efectos, a tratar de entenderla relacionándola con el contexto social e histórico del mundo en el que vivo.
Cuando trato de entender una situación, tiendo a explicarla en función de algún elemento puntual que llamo causa. Pero también uno podría preguntarse ¿es que solamente podría haber hecho esto, o podría haber hecho otra cosa si se hubieran dado otras circunstancias? ¿Cuál es la circunstancia mayor que nos engloba? Esa gran circunstancia, es la estructura de relaciones que se dan en un espacio social y en un momento histórico determinado.
Esto que decimos no niega la libertad de elección, sino que nos lleva a reflexionar acerca de los límites dentro de los cuales puedo ejercer mi capacidad de opción.
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Ley de ciclo
“Todo en el Universo está en evolución y va desde lo más simple a lo más complejo y organizado, según tiempos y ritmos cíclicos”.
Con esta Ley estudiamos la dinámica, el ritmo, el ciclo, el movimiento hacia la transformación de lo simple a lo complejo.
Como tendencia general un proceso puede evolucionar, involucionar, cristalizarse o puede producir un salto de cualidad que transforma radicalmente su identidad de comienzo.
Los procesos evolutivos no se desarrollan en línea recta ni con tiempos o aceleraciones constantes. Surgen, crecen, se desarrollan, declinan y se desorganizan, pero al desorganizarse dan nacimiento a nuevas formas que repiten el mismo proceso a otro nivel.
Estos procesos no están desconectados sino que los elementos progresivos del paso anterior continúan en el posterior; de este modo los ciclos no son círculos cerrados sino que tienen “forma” de espiral.
Ejemplo de esto son las civilizaciones que han seguido el proceso de surgimiento, crecimiento, desarrollo, declinación y desorganización, en donde la experiencia acumulada más evolucionada pasó a otra civilización que desarrolló aun más los elementos progresivos de momentos anteriores. De otro modo, la humanidad siempre estaría recomenzando desde el mismo punto y el hombre sería el cavernícola que cada vez estaría naciendo y muriendo sin descubrir el fuego.
Alguien puso el ejemplo de ciertas sociedades fuertemente conservadoras que hacen mucha resistencia a que algo cambie. Desde nuestra perspectiva, esta es una postura antihistórica. Allí se va a tender a que nada nuevo surja porque cualquier cosa nueva que surja pone en cuestión esa forma en la que se “es”. Y esto va a generar mucho conflicto, porque todo en el universo cambia y esta tendencia, por cierto, va más allá de la propia voluntad.
En lo personal, uno podría decir: yo quisiera que las cosas siempre fueran como hoy.
Sin embargo todo está en evolución, y esa evolución tiene una dirección. No es que todo vaya al desastre, sino que todo va buscando una organización más compleja que permita compensar de mejor modo, el desequilibrio que se genera permanentemente.
Esto se ve en las galaxias, en las moléculas y, por cierto, también en las sociedades y las personas. Nada es siempre de la misma manera, sino que cambia, muta, evoluciona.
Es importante comprender esta idea de que la estructura siempre está en movimiento, que este movimiento lo apreciamos al ver los cambios que se dan en la estructura en cada momento y que a su vez, los distintos momentos se relacionan entre sí con una lógica de proceso.
Esta lógica se refiere a la dirección hacia una organización de mayor complejidad. ¿Y cuál es la razón de la necesidad de una mayor complejidad? La razón es que el medio cambia, los cambios desequilibran y es necesario restablecer ese equilibrio. Pero esos cambios en el medio también son cada vez más complejos y requieren de la estructura un cambio cualitativo para poder perpetuarse; y cuando este cambio no se produce, la estructura involuciona y desaparece. Y como toda estructura tiende a autoperpetuarse deberá generar respuestas más complejas, lo que requiere un cambio de cualidad dentro de ella, un cambio que implica una mayor complejidad y organización.
Pero estos cambios no siguen un ritmo fijo, sino cíclico. Un ritmo que no tiene la regularidad del calendario o del reloj, porque esas son formas externas de medir el tiempo, y el tiempo de los procesos se comprende cuando se aprecian los ciclos dados por el devenir interno de la estructura.
La ley de ciclo nos explica el cambio de las estructuras. Estructuras que van mutando, transformándose, deviniendo unas en otras, en la búsqueda de una mayor complejidad que les permita adaptarse mejor a los cambios del medio y así poder perpetuarse en el tiempo.
Y así, deteniendo en el pensamiento la dinámica de la estructura, podremos estudiar un momento de proceso y analizar los fenómenos de concomitancia que se dan dentro de él, pero teniendo presente que sólo es un artificio en el intento de comprender.
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Ley de Superación de lo Viejo por lo Nuevo
“La continua evolución del Universo muestra el ritmo de diferencias, combinaciones y síntesis cada vez de mayor complejidad. Nuevas síntesis asumen las diferencias anteriores y eliminan materia y energía cualitativamente no aceptables para pasos más complejos”.Como tendencia general un proceso puede evolucionar, involucionar, cristalizarse o puede producir un salto de cualidad que transforma radicalmente su identidad de comienzo.
Los procesos evolutivos no se desarrollan en línea recta ni con tiempos o aceleraciones constantes. Surgen, crecen, se desarrollan, declinan y se desorganizan, pero al desorganizarse dan nacimiento a nuevas formas que repiten el mismo proceso a otro nivel.
Estos procesos no están desconectados sino que los elementos progresivos del paso anterior continúan en el posterior; de este modo los ciclos no son círculos cerrados sino que tienen “forma” de espiral.
Ejemplo de esto son las civilizaciones que han seguido el proceso de surgimiento, crecimiento, desarrollo, declinación y desorganización, en donde la experiencia acumulada más evolucionada pasó a otra civilización que desarrolló aun más los elementos progresivos de momentos anteriores. De otro modo, la humanidad siempre estaría recomenzando desde el mismo punto y el hombre sería el cavernícola que cada vez estaría naciendo y muriendo sin descubrir el fuego.
Alguien puso el ejemplo de ciertas sociedades fuertemente conservadoras que hacen mucha resistencia a que algo cambie. Desde nuestra perspectiva, esta es una postura antihistórica. Allí se va a tender a que nada nuevo surja porque cualquier cosa nueva que surja pone en cuestión esa forma en la que se “es”. Y esto va a generar mucho conflicto, porque todo en el universo cambia y esta tendencia, por cierto, va más allá de la propia voluntad.
En lo personal, uno podría decir: yo quisiera que las cosas siempre fueran como hoy.
Sin embargo todo está en evolución, y esa evolución tiene una dirección. No es que todo vaya al desastre, sino que todo va buscando una organización más compleja que permita compensar de mejor modo, el desequilibrio que se genera permanentemente.
Esto se ve en las galaxias, en las moléculas y, por cierto, también en las sociedades y las personas. Nada es siempre de la misma manera, sino que cambia, muta, evoluciona.
Es importante comprender esta idea de que la estructura siempre está en movimiento, que este movimiento lo apreciamos al ver los cambios que se dan en la estructura en cada momento y que a su vez, los distintos momentos se relacionan entre sí con una lógica de proceso.
Esta lógica se refiere a la dirección hacia una organización de mayor complejidad. ¿Y cuál es la razón de la necesidad de una mayor complejidad? La razón es que el medio cambia, los cambios desequilibran y es necesario restablecer ese equilibrio. Pero esos cambios en el medio también son cada vez más complejos y requieren de la estructura un cambio cualitativo para poder perpetuarse; y cuando este cambio no se produce, la estructura involuciona y desaparece. Y como toda estructura tiende a autoperpetuarse deberá generar respuestas más complejas, lo que requiere un cambio de cualidad dentro de ella, un cambio que implica una mayor complejidad y organización.
Pero estos cambios no siguen un ritmo fijo, sino cíclico. Un ritmo que no tiene la regularidad del calendario o del reloj, porque esas son formas externas de medir el tiempo, y el tiempo de los procesos se comprende cuando se aprecian los ciclos dados por el devenir interno de la estructura.
La ley de ciclo nos explica el cambio de las estructuras. Estructuras que van mutando, transformándose, deviniendo unas en otras, en la búsqueda de una mayor complejidad que les permita adaptarse mejor a los cambios del medio y así poder perpetuarse en el tiempo.
Y así, deteniendo en el pensamiento la dinámica de la estructura, podremos estudiar un momento de proceso y analizar los fenómenos de concomitancia que se dan dentro de él, pero teniendo presente que sólo es un artificio en el intento de comprender.
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Ley de Superación de lo Viejo por lo Nuevo
Estudiamos, con esta Ley, la transformación del individuo y su relación con los cambios del ámbito mayor dentro del cual se incluye.
Esta ley está relacionada con la anterior y explica que una estructura se desintegra porque no puede hacer frente a las nuevas situaciones que le impone el desarrollo; en cambio los elementos más nuevos y de mayor vigor se desarrollan desde su interior hasta desplazar al sistema más viejo. Este nuevo sistema es más complejo y evolucionado que el anterior.
Muchos elementos son desechados porque son como vías muertas. A pesar de que toda la experiencia es importante, muchos elementos no son constructivos. A esos elementos que no sirven para que sobre ellos se construyan nuevas experiencias, las denominamos experiencias no constructivas, no progresivas.
Esta idea explica la superación de lo viejo por lo nuevo. Lo nuevo, sin embargo, está estructurado según las experiencias anteriores. En particular sobre las más recientes. A medida que una experiencia se apoya sobre otras que son progresivas, concomitantemente otras, las más regresivas, quedan de lado.
Este postulado nos permite estudiar lo compositivo de un objeto, fenómeno o situación, y explica cómo se da la dinámica dentro de un proceso.
Hemos visto hasta aquí que todo fenómeno que queramos estudiar no existe aislado, sino condicionado por la estructura mayor que lo contiene, que esa estructura está en evolución hacia formas más complejas y que a cada paso se verifican relaciones de concomitancia con fenómenos que se dan dentro del mismo ámbito.
Detengámonos ahora en el objeto que queremos estudiar y analicemos su composición.
Al hacer esto, observamos que los componentes internos no están quietos, se mueven.
Pero no de manera anárquica. En ellos también encontramos una lógica de transformación que indica que esos elementos primero se diferencian, luego se complementan y finalmente se sintetizan, en un proceso continuo.
Y en estos pasos de diferenciación, complementación y síntesis encontramos una clave en la dinámica del proceso, lo que da movimiento a la estructura.
Diferenciación significa que lo que en un momento era homogéneo, en el momento siguiente se desagrega dando lugar a elementos con distintas características.
Complementación indica que esos elementos diferenciados tienden a relacionarse, a interactuar.
Finalmente, síntesis implica que esa interrelación da lugar a un nuevo elemento que no es la simple sumatoria de los atributos anteriores, sino un nuevo elemento cualitativamente diferente. En la síntesis hay un salto cualitativo que hace que este nuevo elemento sea más apto para continuar el proceso.
Esta ley nos permite entonces el estudio de la composición del objeto, pero no de manera estática, fija, sino con una dinámica dada por los pasos descriptos. Y es en esta necesaria tendencia de superación, donde los elementos que no son aptos para pasos más complejos, son desechados, y los nuevos elementos son la base de los próximos pasos.
En el estudio de la Historia, por ejemplo, el materialismo planteado por Engels y Marx postula que el motor de la historia es la lucha de clases, donde opresores y oprimidos, en continua dialéctica, explican por qué se mueven esos procesos.
Para nosotros esta es una visón “desde afuera” del proceso humano, una visión que estudia el proceso humano como quien estudia la órbita de un planeta.
En cambio, desde la perspectiva que nos plantea esta ley, diríamos más cercanos a Ortega, que el motor de la historia es la lucha generacional que se entabla cuando nuevas generaciones de coetáneos luchan por desplazar a las generaciones en el poder del presente social y es este vital fenómeno el que explica cómo más allá de toda otra consideración, la historia humana se desenvuelve; no son entonces las “condiciones objetivas”, externas, las que determinan el fenómeno, sino la lucha de las distintas subjetividades temporales que cada generación porta consigo. Las generaciones son el tiempo social en movimiento.
En el terreno personal también podríamos ver cómo opera esta visión. Así, unos pueden pensar que la conducta puede ser explicada sólo como reacción ante los estímulos externos, como en los experimentos de Pavlov. Entonces se piensa que es posible domesticar a las personas en función de los estímulos a los que se los someta. De allí surgen, por ejemplo, las ideologías de la represión o de los premios y castigos para disciplinar a la sociedad.
También uno mismo puede verse así, y al estudiar su vida, creer que lo que le pasa es mecánico reflejo de lo que le ocurrió.
Desde la perspectiva de esta ley para comprender la vida de una persona, y por cierto la propia, es necesario atender a cómo la vida personal se fue desenvolviendo según los elementos progresivos, de mayor adaptación creciente, al desarrollarse, desplazaron a los regresivos. Cómo se creció cuando se pudo avanzar en ese proceso de iferenciaciones, complementaciones y síntesis continuas, y cómo la vida pareció detenerse cuando no se pudieron superar los elementos regresivos.
Bueno, pero estos son sólo ejemplos y no es la idea profundizar en ellos. Únicamente remarquemos que esta ley nos dice que lo que mueve la estructura en sentido evolutivo, en dirección a ganar mayor complejidad y adaptación, es esa suerte de pequeño proceso de diferenciaciones, complementaciones y síntesis que podemos observar en lo interno de cualquier fenómeno que se da en el mundo y en la propia conciencia.
Entonces estas son las cuatro estructuras teóricas, que dan sustento conceptual al método que vamos a estudiar y al modo en que vamos a proceder para poder comprender y operar.
Este método no está en el aire, sino que se desprende de esta base teórica que hemos comentado.
Para sintetizar este capítulo remarquemos que estas leyes son presentadas separadamente para facilitar su comprensión, pero valdrá el esfuerzo de considerarlas simultáneamente construyendo en nosotros un modo de mirar estructural y dinámico que nos permita acercarnos a los objetos que vayamos a estudiar de un modo nuevo.
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Extraído de: http://www.imaginatuvuelo.blogspot.com/
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