miércoles, 10 de agosto de 2011
Forma, Realidad, Imagen de Si, y Ciencia Occidental - Bárbara Ann Brennan
Somos el producto de la herencia científica occidental en mayor grado del que nos gustaría admitir. El modo en el que hemos aprendido a pensar y muchas de nuestras autodefiniciones se basan en los mismos modelos científicos utilizados por la física para describir el universo material. Ofrezco en esta sección una breve exposición sobre los cambios por los que ha pasado la descripción científica del mundo físico y sobre el modo en el que esta descripción se corresponde con los cambios en nuestras autodefiniciones.
Es importante recordar que una de las bases del método científico occidental consiste en hallar la concordancia entre las pruebas matemáticas y experimentales. Si no logra encontrar la concordancia, el físico buscará otra teoría hasta que dichas pruebas existan y expliquen una serie de fenómenos. Esto es lo que convierte al método científico occidental en una herramienta tan poderosa en su uso práctico y lo que conduce a importantes investigaciones en campos tales como el empleo de la electricidad y la utilización de los fenómenos subatómicos en medicina, por ejemplo en los rayos X, los scanners, las instalaciones de TAC y los láseres.
Conforme nuestros conocimientos progresan se produce continuamente el descubrimiento de nuevos fenómenos. Muchas veces, éstos no se pueden describir mediante las teorías que se manejaron al explicarlos. Generalmente se postulan nuevas teorías, más amplias, basadas en todo el conocimiento acumulado con anterioridad; se proyectan y llevan a la práctica nuevos experimentos hasta que se encuentra la concordancia entre la experimentación y la nueva prueba matemática. Se aceptan las nuevas teorías como leyes físicas.
El proceso de encontrar nuevas formas para describir fenómenos nuevos siempre amplía nuestros puntos de vista, lo cual constituye un reto para nuestra limitada concepción habitual sobre la naturaleza de la realidad física. Procedemos entonces a incorporar las nuevas ideas a nuestras vidas y empezamos a vernos de forma distinta a nosotros mismos.
Toda esta parte demuestra que el punto de vista cientifico de la realidad apoya la idea de que estamos compuestos por campos energéticos y va, de hecho, mucho más allá, hasta alcanzar reinos que justamente estamos empezando a experimentar, es decir, nos conduce a una visión holográfica del universo. En este universo, todas las cosas están interconectadas, correspondiendo a una experiencia holística de la realidad. Pero revisemos en primer lugar parte de nuestra historia.
La física newtoniana
Hasta tiempos recientes, cuando las religiones orientales empezaron a ejercer mayor influjo en nuestra cultura, gran parte de nuestros principios de autodefinición (en su mayoría inconscientes) se basaban en la física de algunos siglos atrás. A lo que me refiero en este caso es a nuestra insistencia en considerarnos objetos sólidos.
Esta definición del universo como algo formado por objetos sólidos, la sostuvieron principalmente Isaac Newton y sus colegas a finales del siglo xvii y principios del xviii. La física newtoniana se extendió al siglo xix para describir un universo compuesto fundamentalmente por bloques denominados átomos. Se pensaba que estos átomos newtonianos, a su vez, estaban formados por objetos sólidos: un núcleo de protones y neutrones, con los electrones girando en torno a dicho núcleo en forma muy parecida al desplazamiento de la Tierra alrededor del Sol.
La mecánica newtoniana describió con fortuna los movimientos de los planetas, las máquinas mecánicas y los fluidos en movimiento continuo.
E1 enorme éxito del modelo mecanicista movió a los físicos de principios del siglo xix a creer que, en realidad, el universo era un enorme sistema mecánico que funcionaba de acuerdo con las leyes newtonianas del movimiento. Se consideraban estas leyes como las básicas de la naturaleza, y la mecánica newtoniana como la teoría definitiva de los fenómenos naturales. Era posible describir todo objetivamente. Se consideraba que todas reacciones físicas tenían una causa física, como las bolas que chocan sobre una mesa de billar.
Todavía no se conocían las interacciones energía-materia, como sucede cuando la radio interpreta música en respuesta a ondas invisibles.
Tampoco se le ocurrió a nadie que el propio experimentador altera los resultados de los experimentos, no sólo de los psicológicos, sino también de los físicos, como han demostrado con posterioridad los profesionales de la física.
La perspectiva newtoniana resulta reconfortante para quienes prefieren considerar el mundo como algo sólido y en gran medida inmutable, con una serie de reglas bien definidas que regulan su funcionamiento. Gran parte de nuestras vidas se siguen rigiendo por la mecánica newtoniana y probablemente continuarán así durante bastante tiempo en el futuro.
Cabe señalar que, excepto por lo que se refiere a los sistemas eléctricos, nuestros hogares siguen siendo en gran medida newtonianos. Sentimos nuestros cuerpos de modo mecánico. Definimos la mayoría de nuestra experiencia en términos de espacio tridimensional y tiempo lineal. Todos tenemos relojes. Los necesitamos para seguir con nuestras vidas tal como las hemos estructurado: de forma esencialmente lineal.
Mientras nos apresuramos en nuestras vidas cotidianas, esforzándonos por llegar «a tiempo», es fácil considerarnos a nosotros mismos como elementos mecánicos e ignorar la experiencia humana interna, más profunda. Si le preguntamos a alguien de qué está hecho el universo, lo más probable es que nos describa el modelo newtoniano del átomo (los electrones girando alrededor de un núcleo de protones y neutrones). Sin embargo, si se lleva esta teoría a su extensión literal, nos situará en la posición, bastante desconcertante, de pensar que estamos compuestos de diminutas pelotas de ping-pong que giran vertiginosamente alrededor unas de otras.
La teoría del campo
A principios del siglo xix se descubrieron nuevos fenómenos que no se podrían describir mediante la física newtoniana. E1 descubrimiento y la investigación de los fenómenos electromagnéticos condujeron al concepto de campo. Se definió éste como la condición en el espacio que tiene potencial para producir una fuerza.
La vieja mecánica newtoniana interpretó la interacción de las partículas con carga positiva y negativa, como los protones y los electrones, diciendo simplemente que dos partículas se atraen mutuamente como dos masas.
Sin embargo, Michael Faraday y James Clerk Maxwell consideraron que era más apropiado utilizar el concepto de campo, afirmando que cada carga crea una "alteración" o una "condición" en el espacio circundante de manera que la otra carga, cuando está presente, siente una fuerza.
Así nació la concepción de un universo lleno de campos que crean fuerzas mutuamente interactivas. Se contaba, por fin, con un marco científico con el que se podría empezar a explicar nuestra capacidad para afectarnos mutuamente a distancia por medios que no sean la palabra o la vista.(...)
La relatividad
En 1905, Albert Einstein publicó su teoría especial de la relatividad, con la que invalidó todos los conceptos principales de la visión newtoniana del mundo. Según la teoría de la relatividad, el espacio no es tridimensional y el tiempo tampoco es una entidad aparte, sino que ambos están íntimamente conectados y forman un continuo tetradìmensional, el "espacio-tiempo". Por tanto, nunca podemos hablar de espacio sin tiempo, y viceversa. Además, no existe flujo universal de tiempo; es decir, el tiempo no es lineal ni absoluto.
El tiempo es relativo. Ello significa que dos observadores ordenarán los acontecimientos en el tiempo de forma distinta si se mueven con velocidades diferentes en relación con los acontecimientos observados. Por tanto, todas las mediciones que impliquen espacio y tiempo pierden su importancia absoluta. Tanto tiempo como espacio se convierten simplemente en elementos para describir los fenómenos.
Según la teoría de la relatividad de Einstein, en determinadas condiciones dos observadores pueden, incluso, ver dos acontecimientos en tiempos inversos; es decir, para el observador 1 el acontecimiento A se producirá antes que el B, mientras que para el observador 2 el acontecimiento B tendrá lugar antes que el A.
Por tanto, el tiempo y el espacio son tan básicos para la descripción de los fenómenos naturales y para la de nosotros mismos que su modificación implica un cambio en todo el marco que empleamos en la percepción de la naturaleza. Todavía no hemos integrado esta parte de la relatividad de Einstein en nuestras vidas.(...)
Ha llegado el momento de dejar de invalidar la experiencia que queda fuera de nuestra forma newtoniana de pensar, y de ensanchar nuestro marco de la realidad. Todos hemos sentido el paso del tiempo o la pérdida de la noción del mismo. Si logramos la suficiente eficacia en la observación de nuestros estados de ánimo, podemos comprobar que nuestro tiempo varía con los cambios de humor y con la experiencia por la que estemos pasando.
Por ejemplo, nos damos cuenta de que el tiempo es relativo cuando, experimentamos un período muy largo y aterrador justo antes de que se estrelle nuestro coche o de que se aparte, por milímetros, del choque con otro que viene en dirección opuesta. Este tiempo, medido en el reloj, es de unos cuantos segundos; sin embargo, para nosotros, parece como si el tiempo se hubiera hecho más lento. El tiempo experimentado no es susceptible de ser medido con un reloj, pues éste es un artilugio newtoniano diseñado por mecánicos newtonianos para medir el tiempo lineal.
Nuestra experiencia existe fuera del sistema newtoniano. Muchas veces se nos ha presentado el caso de encontrarnos con alguien después de varios años de separación y sentir lo mismo que si le hubiéramos visto ayer. En la terapia regresional, muchas personas han experimentado sucesos de su infancia como si se estuvieran produciendo en el presente. También descubrimos que nuestra memoria ha ordenado los acontecimientos en una secuencia distinta a la de alguna otra persona que también los haya vivido. (Pruebe a comparar sus recuerdos infantiles con los de sus hermanos.)
La cultura nativa americana, que carecía de relojes para crear un tiempo lineal, dividía éste en dos aspectos: el ahora y todos los demás momentos. Los aborígenes australianos también tienen dos clases de tiempo: el tiempo que está pasando y el Gran Tiempo: Lo que ocurre en el Gran Tiempo tiene secuencias, pero no se puede fechar.(...)
El continuo espacio-tiempo de Einstein indica que la aparente linealidad de los acontecimientos depende del observador.(...)
Otra consecuencia importante de la relatividad de Einstein es la comprensión del hecho de que materia y energía son intercambiables. La masa no es más que una forma de energía. La materia es simplemente energía que ha perdido velocidad o se ha cristalizado. Nuestros cuerpos son energía. ¡De eso precisamente trata este libro! He presentado en sus páginas el concepto de cuerpos energéticos, pero no he subrayado que nuestro cuerpo físico también es energía.
Paradoja
En los años veinte, la física se desplazó hacia una extraña e inesperada realidad, la del mundo subatómico. Cada vez que los científicos interrogaban a la naturaleza en un experimento, la respuesta que recibían era paradójica, y cuanto más pretendían resolver la situación, más fuerza cobraba la paradoja. Los físicos terminaron por comprender que la paradoja forma parte de la naturaleza intrínseca del mundo subatómico sobre el que se fundamenta toda nuestra realidad física.
Por ejemplo, se puede realizar un experimentó que demuestre que la luz es una partícula. Pero si se introduce en él un pequeño cambio, se demostrará que la luz es una onda. Por tanto, para describir el fenómeno de la luz hay que emplear ambos conceptos, el de onda y el de partícula. De este modo pasamos a un universo basado en la dualidad de conceptos. Los físicos lo denominan complementariedad. Es decir, para describir el fenómeno (si seguimos pensando en términos tales como partículas y ondas) es necesario emplear ambos tipos de descripción. Estos tipos son complementos mutuos, más que opuestos, según el viejo concepto de lo uno o lo otro.
Por ejemplo, Max Planck descubrió que la energía de la radiación térmica (como la de un radiador casero) no es de emisión continua, sino que se presenta en forma de discretos «paquetes de energía» denominados quanta. Einstein postuló que todas las formas de radiación electromagnética pueden aparecer no sólo en forma de ondas, sino también como cuantos. Estos cuantos luminosos, o paquetes de energía, han sido aceptados como auténticas partículas. Llegados a este punto, una partícula, que es la definición más afín a la de una «cosa» ¡es un paquete de energía!
A medida que penetramos más a fondo en la materia, la naturaleza no nos muestra ningún tipo de «bloques básicos» aislados, como sugería la física newtoniana. La búsqueda de los bloques fundamentales de la materia hubo de ser abandonada cuando los físicos encontraron un gran número de partículas elementales que apenas podían calificarse como cuerpos materiales.
Por medio de los experimentos realizados durante las últimas décadas, los físicos han descubierto que la materia es totalmente mutable y que, a nivel subatómico, no hay certidumbre de que la materia exista en lugares definidos sino que, más bien, muestra cierta «tendencia» a existir.
Todas las partículas se pueden transmutar en otras. Se pueden crear a partir de la energía y convertirse en otras partículas. Se pueden crear a partir de la energía y desvanecerse en energía. Cuándo y cómo sucede esto es algo que no podemos determinar con exactitud, pero sabemos que ocurre continuamente.
A nivel personal, a medida que nos internamos en el mundo de la moderna psicología y el desarrollo espiritual descubrimos que las viejas formas disyuntivas también se disuelven en la forma dual (lo uno y lo otro). Ya no somos malos o buenos; ya no nos limitamos a odiar o a amar a alguien. Encontramos capacidades mucho más amplias en nuestro interior. Podemos sentir amor y odio, con todas las emociones intermedias, por una misma persona. Actuamos responsablemente.(...)
Como puede ver el lector, seguimos usando conceptos impregnados de dualismo, pero estamos en un mundo de «aparentes» opuestos que se complementan entre sí, no de opuestos «reales». En este sistema, el dualismo se utiliza para impulsarnos al interior de la unidad.
Más allá del dualismo: el holograma
Los físicos han descubierto que las partículas pueden ser simultáneamente ondas, ya que no son ondas físicas reales, como las del sonido o el agua, sino más bien fenómenos ondulatorios de probabilidad. Las ondas de probabilidad no representan las probabilidades de las cosas, sino más bien probabilidades de interconexión. Es un concepto difícil de entender, pero, en esencia, lo que afirman los científicos es que no existe lo que llamamos «cosa». Lo que solíamos llamar «cosas» son, en realidad, «sucesos» o procesos que podrían convertirse en sucesos.
Nuestro viejo mundo de objetos sólidos y leyes deterministas se ha disuelto ya en un mundo de pautas de interconexiones ondulantes. Conceptos tales como «partícula elemental», «sustancia material» u «objeto aislado» han perdido su significado. El universo entero se nos presenta como una trama de pautas energéticas inseparables. Así, definimos el universo como un todo dinámico que incluye siempre de forma esencial al observador.
Desde luego, si el universo está compuesto por una trama semejante, no existe (lógicamente) eso que denominamos parte. Por tanto, no somos partes separadas de un todo. Somos un todo.
El doctor en física David Bohm afirma en su libro The Implicate Order que las leyes físicas primarias no pueden ser descubiertas por una ciencia que intenta fragmentar el mundo en sus diversas partes. Bohm ha escrito acerca de un «orden plegado implícito» que existe en estado no manifiesto y que constituye la base sobre la que descansa toda realidad manifiesta.
A esta última la denomina «el orden desplegado explícito». «Se considera que las partes presentan una conexión inmediata, en la que sus relaciones dinámicas dependen irreductiblemente del estado de todo el sistema... Así, somos conducidos a una nueva noción de integridad no fragmentada que niega la idea clásica de la analizabilidad del mundo en partes existentes de forma separada e independiente».
El doctor Bohm afirma que el punto de vista holográfico del universo es el trampolín que facilita la comprensión de los órdenes plegado implícito y desplegado explícito. E1 concepto de holograma especifica que cada pieza es una representación exacta del todo y se puede utilizar para reconstruir el holograma completo.
En 1971, Dennis Gabor recibió un premio Nobel por la formación del primer holograma. Era una fotografía captada sin objetivo en la que se registró un campo de onda de luz dispersa por un objeto, en forma de pauta de interferencia sobre una placa. Cuando se sitúa el holograma o registro fotográfico en un haz de láser o de luz coherente la pauta de onda original se regenera para formar una imagen tridimensional. Cada pieza del holograma es una representación exacta del todo y reconstruirá la imagen completa.
El doctor Karl Pribram, afamado estudioso del cerebro humano, ha acumulado a lo largo de una década numerosas pruebas de que la estructura profunda del cerebro es esencialmente holográfica. Afirma que los estudios de muchos laboratorios, realizados mediante complejos análisis de frecuencias temporales y/o espaciales, demuestran que las estructuras cerebrales ven, oyen, gustan, huelen y tocan holográficamente. Seguidamente, la información es distribuida por todo el sistema de manera que cada fragmento puede producir el informe completo.
E1 doctor Pribram emplea el modelo de holograma para describir no sólo el cerebro, sino también el universo. Afirma que el cerebro emplea un proceso holográfico para extractar información de un campo holográfico que trasciende el tiempo y el espacio.(...)
Los científicos han utilizado términos como «probabilidades de interconexión» o «trama dinámica de pautas energéticas inseparables». Cuando empezamos a pensar en términos de trama dinámica, todos los fenómenos aurales descritos en este libro dejan de parecer particularmente inusuales o extraños.
Toda experiencia está interconectada. Por tanto, si tomamos conciencia de ello y acogemos esa interconectividad en nuestros procesos cognitivos, podemos ser conscientes de todos los acontecimientos con independencia del tiempo. Pero tan pronto como decimos «nosotros», hemos vuelto a caer en el dualismo.
Es difícil experimentar esta interconectividad cuando nuestra experiencia más importante de la vida es dualista. La conciencia holística estará fuera del tiempo lineal y del espacio tridimensional y, por tanto, no será reconocida fácilmente. Hemos de practicar la experiencia holística para ser capaces de reconocerla.
La meditación es una forma de trascender los límites de la mente lineal y permite que la interconectividad se convierta en una realidad experimental. Es muy difícil comunicar dicha realidad con palabras, ya que utilizamos éstas en forma lineal. Necesitamos desarrollar un vocabulario mediante el cual podamos conducirnos mutuamente a estas experiencias.
En la meditación Zen japonesa, los maestros ofrecen una breve frase a sus discípulos para que se concentren en ella. La frase, denominada koan, está concebida para ayudar a los estudiantes a trascender su pensamiento lineal. He aquí una de mis favoritas:
¿Que sonido hace una mano que aplaude?
Mi reacción ante esta conocida koan es encontrarme a mí misma extendiéndome hacia el interior del universo en una pauta de sonidos nunca oídos que parece fluir eternamente.
Conectabilidad superluminal
En la actualidad los científicos están encontrando, mediante procedimientos matemáticos y experimentales, signos evidentes de una conectabilidad inmediata y universal.
En 1964, el físico J. S. Bell dio a conocer una prueba matemática denominada teorema de Bell. E1 teorema apoya matemáticamente el concepto de que las «partículas» están conectadas según principios que trascienden el tiempo y el espacio, de manera que cualquier cosa que le suceda a una partícula afecta a las demás. Este efecto es inmediato y no necesita «tiempo» para transmitirse. La teoría de la relatividad de Einstein decía que es imposible que una partícula viaje a una velocidad mayor que la de la luz.
Según el teorema de Bell, los efectos pueden ser «superluminales», es decir, más rápidos que la velocidad de la luz. El teorema de Bell ha sido respaldado por la experimentación. Nos estamos refiriendo a un fenómeno que se mantiene al margen de la teoría de la relatividad de Einstein. Estamos tratando de dar un paso hacia delante respecto de la dualidad onda/partícula.
Por tanto, vemos una vez más que a medida que avance la técnica de los equipos científicos permitiéndonos profundizar en la materia con una sensibilidad más elevada, encontraremos fenómenos que no se pueden explicar por medio de las teorías actuales.
Cuando se produjo este tipo de profundización, a finales del siglo xix, el descubrimiento de la electricidad revolucionó el mundo y nos hizo pensar con mayor profundidad todavía en quiénes somos. Cuando volvió a suceder, en los años cuarenta, la energía atómica revolucionó el mundo. Parece que en la actualidad nos encaminamos a otro período de tremendo cambio.(...)
Campos morfogenéticos
En su libro A New Science of Life, Rupert Sheldrake afirma que todos los sistemas están regulados no sólo por los factores energéticos y materiales conocidos, sino también por campos invisibles de organización. Esto; campos generan elementos causativos, toda vez que sirven de patrones para la forma y el comportamiento. Carecen de energía, en el sentido normal del término, porque su efecto va más allá de las barreras de tiempo y espacio que normalmente se aplican a la energía. Es decir, su efecto tiene una misma fuerza a larga y a corta distancia.
Según esta hipótesís, cuando un miembro de una determinada especie aprende algún comportamiento nuevo se cambia el campo causativo de dicha especie, siquiera sea ligeramente. Si se repite el comportamiento durante el tiempo suficiente, su «resonancia mórfica» afecta a toda la especie. Sheldrake denominó a esta matriz invisible «campo morfogenético», de morphos, « forma», y génesis, «creación». La acción de este campo implica «acción a distancia», tanto en espacio como en tiempo.
Más que una forma que es determinada por las leyes físicas al margen del tiempo, depende de la resonancia mórfica que atraviesa el tiempo. Quiere ello decir que los campos mórficos se pueden propagar a través del espacio y el tiempo y que los acontecimientos pasados pueden influir sobre otros sucesos en cualquier otro lugar.
Lyall Watson muestra un ejemplo de ello en su libro Lifetide: The Biology of Consciousness, en el que describe lo que ahora se conoce genéricamente como el principio del centésimo mono. Watson comprobó que, después de que un grupo de monos aprendiera un nuevo comportamiento, sus congéneres de otras islas próximas sin medios «normales» de comunicación también aprendieron repentinamente dicho comportamiento sin que en ningún momento se produjeran contactos directos.
El doctor David Bohm afirma en la revista Revisions que ese mismo efecto es aplicable a la física cuántica. Según Bohm, el experimento de Einstein-Podolsky-Rosen demostró la posibilidad de conexiones no locales, es decir, sutiles conexiones de partículas distantes.
En consecuencia, la integración del sistema sería tal que no se podría atribuir el campo formativo exclusivamente a una partícula, sino al total. Así algo que les suceda a partículas distantes puede afectar al campo formativo de otras. Bohm continúa afirmando que «la noción de las leyes intemporales que regulan el universo no parece sostenerse, porque el tiempo, en sí mismo, es parte de la necesidad que desarrolló».
Rupert Sheldrake llega, en el mismo artículo, a la siguiente conclusión: «Por tanto, el proceso creativo que provoca el nuevo pensamiento, a través del cual se realizan nuevas entidades globales, es similar en ese sentido a la realidad creativa que da lugar a los nuevos entes totales en el proceso evolucionista. Se podría considerar que el proceso creativo es un desarrollo sucesivo de totalidades más complejas y de mayor nivel, a través de cosas previamente separadas que se conectan entre sí».
Realidad multidimensional
Jack Sarfatti, también investigador físico, sugiere en Psychoenergetic Systems que la forma en la que puede existir la interconectividad superluminal se relaciona con un plano más elevado de la realidad. Sugiere que las «cosas» están más conectadas, o los acontecimientos más «correlacionados», en un plano de realidad situado «por encima» del nuestro, y que las «cosas» de dicho plano se encuentran conectadas a través de otro plano todavía más alto. Así, al llegar a un nivel superior, podremos entender la instantaneidad con la que opera la conectividad.
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Extraído de: http://www.oshogulaab.com/NUEVAFISICA/LA_REALIDAD.htm
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