*
“La realidad de la criminalidad es la que construyen los medios de comunicación” - Raúl Eugenio Zaffaroni
Raúl Zaffaroni sostuvo que el debate de fondo está planteado por la lucha entre el Estado benefactor, similar al modelo de Roosevelt en los EE UU, y un Estado gendarme, cuyo exponente en el Norte serían las administraciones de los Bush, padre e hijo.
"... Cuando se habla delito se mira a Figueroa Alcorta, pero debo confesar que los criminólogos que salimos de ahí, y por más que tenga el premio Estocolmo en Criminología, siempre me siento francotirador de la criminología. Quizá porque uno tiene un curriculum vitae largo, lo que significa que ha tenido una vida larga, he empezado con la criminología desde un rincón de la Facultad de Derecho, pero en la criminología etiológica, residuo de la criminología positivista, fundamentalmente en manos de médicos que patologizaban todo.
Afortunadamente uno empezó a leer otras cosas, a abrirse a otras cosas, a otras visiones. Creo que esa vieja tradición europea de la criminología del rincón de la Facultad de Derecho nos ha hecho daño. Creo que es cada vez más urgente traer el centro de la criminología para este lado. Había que abrirse a la criminología sociológica. No había sucedido porque, seamos sinceros, se consideró un tema siempre medio tangencial, coyuntural. Había cosas más importantes de las cuales ocuparse. Hoy nos damos cuenta de que, de tangencial, no tiene nada. Es un tema central de la política, un tema central de la estructuración de nuestras sociedades. Horacio ha dicho unas cuantas cosas importantes, preocupantes, pero es optimista. Yo confío en quitarles el sueño.
Lo que ha dicho Horacio es demasiado local. Tengamos cuidado: esto no es local. Es mundial. Con distintas versiones, con todos los datos folklóricos que le podamos poner cada uno, pero la discusión acerca de la seguridad de hoy es un tema central en la política mundial. Como tal, los académicos que hacemos criminología académica no somos los grandes visionarios, no somos los iluminados, no traemos la verdad, y mucho menos, cuando miramos para atrás y vemos todas las barbaridades que ha dicho la criminología académica a lo largo de su historia. Si no somos nosotros los que iluminamos la realidad, los que nos acercamos, pero con mucha cautela, viendo los caminos que han tomado los que nos precedieron, ¿cuál es la realidad del delito, de la criminalidad, de los riesgos que se viven cotidianamente? La realidad de la criminalidad es la que construyen los medios de comunicación. Es la realidad de la construcción social. Hay una criminología mediática. El ser humano cotidiano, lo que vive es eso. No tenemos contacto con la realidad, salvo que alguien tenga alguna experiencia mística. La realidad es algo que se nos va formando a través de información que nos muestra pedazos, como si viésemos una película sin principio ni final. Partes sueltas. Imágenes a través de la caja idiota, no tenemos el contacto, pero claro, no tenemos el contexto, cortan el pedazo de película que se les canta.
Y no es inocente esa elección de lo que se muestra. Y se genera lo que Cohen llama el “pánico moral”: la instalación de un mundo paranoide. Pánico moral. Qué nos lleva a preguntarnos qué está sucediendo ¿Cómo se genera el mismo pánico moral? Si uno que recorre Latinoamérica, desde México que está viviendo directamente una masacre insólita, pasando por Centroamérica con las Maras, pasando por Río con el gobernador que quiere limpiar todo a patadas para tener el campeonato de fútbol limpito, llegando a nosotros acá en el Cono Sur, entre Uruguay, Argentina y Chile, con un índice de 5,50 o seis por cien mil homicidios por año, inferior al de Nueva York, por cierto, pero no tan bajo como el de Canadá.
El mismo discurso, la misma publicidad, la misma generación de pánico, pero la frecuencia es otra. Y el pánico moral es el mismo. Tiene un sentido político. Hay un sentido político. ¿Cuál es? Los políticos están presos de la fabricación de realidad de los medios, porque estos corresponden al discurso vindicativo, u oportunismo, porque se montan sobre el discurso por miedo, porque los barren si no lo hacen. Se convierten en pianta-votos. Esto no lo digo por experiencia ajena.
Tal vez podría contar alguna anécdota personal. No importa el color político. Políticos de izquierda en Europa han respondido a esto en otra época. El Partido Socialista italiano hizo una política legislativa mucho más represiva que la Democracia Cristiana.
El partido laborista inglés ha hecho una legislación mucho más represiva que el Partido Conservador. Cuando hace dos años fuimos a Inglaterra a investigar qué pasaba con el terrorismo, la legislación antiterrorista de Blair tenía los mismos jueces antiterroristas conservadores de peluca diciendo “estas son locuras de Blair”. Con el terrorismo nosotros nos arreglábamos con la vieja legislación que teníamos. No es una cuestión de color político.
Hay una creación de realidad mediática, y esta es la que genera el nuevo autoritarismo, que es muy diferente al autoritarismo de preguerra. Los autoritarismos de preguerra eran el poder estatal y político que manejaba lo mediático. No. Ahora lo mediático maneja lo político. ¿Qué sentido tiene esto? ¿Cuál es el sentido político último? Todo baja desde los Estados Unidos.
Estados Unidos, hasta hace unos 30 años, era un país más o menos normal en su sistema penal. Su gloriosa pena de muerte estaba en baja, camino a desaparecer, tenía un índice de prisionización inferior a la media mundial, la probation y esas cosas, que eran cosas que mirábamos desde el derecho comparado con bastante interés.
De pronto se dispara el sistema penal en los EE UU y empieza a tener más presos, más presos y hoy tiene el índice más alto del mundo en prisionización. Superó a Rusia, que históricamente fue el nivel más alto. En Rusia es más barato: lo mandan a Siberia al tipo y listo.
En los EE UU tienen que ser cárceles. Invierten 200 mil millones de dólares al año en alimentar el aparato punitivo, cifra que supera nuestra deuda externa.
Esa es su inversión anual. Han superado los 2 millones de presos hace años, de los cuales el 50% son afroamericanos:
de cada tres afroamericanos, entre 20 y 30 años, hay uno preso. ¿Qué es lo que pasó?
No crean que tengo un brote antiamericano. Estados Unidos tiene un montón de cosas positivas, entre ellas su Academia, y los propios académicos criminólogos norteamericanos dan una explicación. La más interesante es la de Jonathan Simon, un criminólogo profesor de la Universidad de California. En su libro de hace dos o tres años, lo analiza y explica muy bien:
dice que este fenómeno se sitúa en el período de Johnson, con una Ley de Seguridad contra delitos de la calle, y luego dice que esto se desata a partir de fines de los setenta, comienzos de los ochenta, con el desprestigio del Senado, de la política de Washington, la llegada de los gobernadores a la presidencia de la República, el traslado de una técnica que venía de los gobiernos de las provincias al gobierno federal,
y finalmente su interpretación es clara, dice:
“... Acá hay una lucha de modelos de Estado. Es el modelo Estado prominente, el modelo Roosevelt, frente al modelo de Estado gendarme, el modelo Reagan-Bush. Ahí está la clave del asunto. Si concebimos un Estado que trate de configurar un sistema incorporativo, con todos los defectos, problemas y fracasos posibles, pero un Estado que diga vamos a intentar paulatinamente, lo más rápido que podamos, por etapas, ir incluyendo a los excluidos, o bien un Estado que diga acá no se incluye más a nadie y la única función del Estado es mantener a los excluidos controlados...”
Esa es la disyuntiva. En el fondo, es eso lo que se está jugando.
Si uno lo analiza, Estados Unidos tuvo también su populismo con Roosevelt. Ese es el modelo de Estado incorporativo. Y este modelo excluyente es Reagan-Bush.
Esa es la opción. Naturalmente, este modelo requiere configurar enemigos, hacer de ellos chivos expiatorios, y toda una configuración de la realidad a través de una construcción de realidad que señale como únicos herederos a un grupo.
Naturalmente, no son los afroamericanos ni los latinos. Estos son los grupos peligrosos y la fuente de todos los males, porque son los que nos impiden dormir con la puerta abierta, dejar el auto abierto, nos arruinan las vacaciones, nos amenazan a los niños. Hay que encerrarlos a todos. Y si no los podemos encerrar, los matamos.
Todo esto naturalmente tiene una incorporación a lo psicológico muy temprana a través de la comunicación de ficción, del entretenimiento, con cada serie policial y su mensaje, donde el personaje central es un psicópata, un tipo que no tiene miedo, un tipo hiperactivo, con altísima energía, hiposensibilidad al dolor, y un tipo sexual, que termina y se va con la muchacha, siempre idiota, que se cae al huir y necesita al macho que la salve.
Con la caja idiotizante de baby sitter, desde tempranito, el nene va viendo eso hasta que después le crece la cabeza, le viene la neurona y esa es su estructura de pensamiento. Esta estructura tiene un enemigo que es el grupo enemigo, pero además hay un grupo encubridor, que también está en todas las series: el burócrata que le dice “no”, que quiere detenerlo, pero el muchachito pasa por encima de él, e igual salva a la chica estúpida.
Ese es el juez. Es el encubridor, es el aliado, el estúpido que obstaculiza. Avanza en Estados Unidos el ministerio público porque allí los ministerios públicos son electos por votos directos, y los procuradores generales se lanzan desde el ministerio público a gobernadores.
Y cambia la figura del ciudadano medio: el ciudadano medio del State es el trabajador.
El ciudadano medio del estado gendarme es la víctima, la que se puede mostrar como víctima, con cierta empatía. La víctima que, en algunos casos, se convierte en lo que llamamos la “víctima-héroe”, que puede andar diciendo las cosas que los comunicadores sociales no se animan a decir pero le hacen decir a la víctima hasta que la víctima ya no sirve más, porque al acumular las culpas ya son disfuncionales, y ya no sirve más, se la tira y se busca otra. Este es el triste mecanismo.
Paremos: si nosotros, los hombres sabios de la Academia, paramos porque nuestros antecesores dijeron barbaridades, a lo mejor estamos diciendo algunas. Y si la creación de realidad es una creación mediática, ¿cómo hago pie en la realidad? ¿Se habrá desfondado todo y la realidad se me esfuma? No.
Hay un criterio en criminología, que me lo enseñó mi abuelita que se llamaba Rosa, que era más inteligente que la de Neustadt , “la realidad en este caso son los muertos”. Sí. Efectivamente. La única verdad es la realidad, y en criminología la única realidad son los muertos, los muertos anticipados.
Mirando para atrás, ¿qué pasa? ¿Qué pasó? Lamento decirles que cuando miramos para el siglo XX se da cuenta de que los estados, fuera de toda hipótesis bélica, mataron tres veces más que las guerras a víctimas indefensas. Superaron en muchísimo a la totalidad de homicidas por iniciativa privada. Entre 100 y 180 millones de muertos, incluyendo o no a los que murieron de hambre.
De cada 50 habitantes del planeta, los estados mataron a uno. Algunos cálculos más pesimistas dicen hasta dos. Cuando nos acercamos un poco a la realidad nos preguntamos, ¿quiénes lo mataron? Policías. ¿Cómo? No sé.
La KGB era una policía, la Gestapo era una policía. ¿Y los militares? Sí. Militares no en función bélica fueron militares degradados a función policial, a función represiva. ¿Qué fue de nuestra seguridad nacional? Técnica de control territorial importada de la ideología colonialista, de la vieja ideología colonialista francesa, de Argelia e Indochina, fue una ocupación policial territorial del propio territorio nacional. ¡Diablos!
Paremos ahí un poco. Me voy a mi criminología académica. ¿Qué me dicen mis sabios? Mis sabios criminólogos académicos se ocuparon de todos los delitos, menos del genocidio. Nunca la terminología académica se ocupó del genocidio, ni de las masacres. Jamás. El más grande de los crímenes no hizo mella en la criminología académica.
Esto que tenemos en la mano, este poder represivo, este poder punitivo desbordado, es el poder masacrador, es el peor enemigo, es el peor asesino. ¿Cómo contener esto? Se contiene con tolerancia cero. Qué es la tolerancia cero: es el lema de un demagogo neoyorquino que hoy cobra medio millón de dólares a los tontos empresarios mexicanos para dar una conferencia.
Y no hablo de envidia: les dice estupideces, y aparte lleva su propia policía para protección. Sí. Bajó la delincuencia en Nueva York: dame pleno empleo, déjeme limpiar a la policía y permítame invertir bastante en equipo, y yo también bajo la delincuencia en cualquier lado.
De todas maneras, Nueva York tiene un índice del 25% mayor que el nuestro de homicidio. Con todo y eso, en todas las estadísticas de los 148 países que están en Naciones Unidas hay una relación inversa entre el ingreso per cápita y el índice de homicidio, salvo un país que tiene alto ingreso per cápita y no logra bajar mucho el índice de homicidio: EE UU. Claro, si tiene 2,5 millones de presos, está reproduciendo 2,5 millones de criminales, sin duda alguna, largando a la calle 2,5 millones de deteriorados.
Este es el manejo político, pero frente al hecho concreto de la muerte, ¿qué se hace? Frente al hecho concreto de la violencia criminal en cada país hay muchas cosas que podemos hacer, pero primero es estudiarlo. Lo primero es saber qué nos pasa. Hago en este momento con dos muchachos un relevamiento de las causas por homicidio en la Ciudad de Buenos Aires el año pasado.
Son 20 preguntas en cada causa. Es una grosería, perdón por la metodología rudimentaria y primitiva que estoy utilizando. Veinte preguntas como edad, vínculo, víctima, victimario, lugar, circunstancia, domicilio, edad, nacionalidad, etcétera. Veinte en cada caso. Después mezclo todo a ver qué me da.
Es un universo chico. Son 200 y tantos muertos. Intento conseguir con cinco colegas de superiores tribunales de otras provincias para extenderlo a cinco provincias. Dirán que es una grosería. Sí. Una grosería que no hizo nadie. Me cuentan los homicidios, pero no sé, quizá pueda prevenirlos.
¿Es homicidio por celos, por violencia familiar, por robo, entre borrachos? No tengo ni idea. Qué voy a prevenir, si no conozco.
Me pregunto si alguien le interesará prevenir algo, o le habrá interesado alguna vez.
Si le interesara seriamente, lo primero que debe hacer es esto.
Es absolutamente imposible prevenir lo que no se conoce.
Haciendo esta grosería que estoy haciendo durante cuatro o cinco años seguidos, sabríamos si sube, si baja, qué tipo de violencia sube, cuál baja. No tenemos perfil de víctimas, ni de victimarios, no tenemos determinados riesgos de victimización.
Qué compramos, en qué invertimos, cómo usamos el presupuesto. Lo primero que hay que hacer es eso.
Lo segundo, tomar una serie de medidas respecto de las fuerzas policiales, y en principio empezar a preguntarnos qué modelo de fuerzas policiales queremos.
Llevamos muchos años de gobierno constitucional y nunca nos hemos planteado qué modelos queremos para una democracia.
Lamentablemente, en los primeros tiempos siguió un envión que venía de la dictadura, con una cantidad de ejecuciones sin proceso, tuvimos 1000 muertos de la democracia, 1000 ejecuciones sin proceso entre Capital y provincia de Buenos Aires, exhibidas en la televisión por el viejo canal 9 con José De Zer mostradas como enfrentamiento en la guerra contra la criminalidad.
Eso ha pasado, pero el fenómeno más grave es la autonomización de fuerzas policiales.
Hay que controlar la autonomización de las fuerzas policiales. Es urgente que seamos serios, que investiguemos dónde está la violencia, qué características tiene. Esa es la tarea que tenemos que hacer desde la universidad. Lamentablemente este es un navío que hay que ir arreglándolo mientras sigue navegando.
Y en este sentido tengo una enorme admiración por los Estados Unidos: porque lo que hacen nuestros colegas criminólogos de allá lo hacen porque disponen de los datos de fondos para hacerlo.
Nosotros, aunque queramos hacerlo gratis, no podemos porque todo es secreto.
Nadie quiere que metamos la nariz en ninguna agencia.
Copiemos a los gringos en esto, no en otras cosas.
Esto es lo que hace a la seguridad frente a la violencia interna, pero hay otro fantasma que nos muestran: como no hay terrorismo en el país, hay siempre un sucedáneo para la criminología mediática, hay un residual en América Latina, en América del Sur: es el adolescente de barrio precario, llámese favela, villa miseria, pueblo joven.
No es el ideal para construir un chivo expiatorio porque este necesita un elemento: una conspiración.
Por eso el terrorista es el chivo expiatorio ideal, pero el pibe de barrio marginal no lo es.
Por eso se lo usa cuando no hay otro mejor. Cuando hay otro mejor, se usa otro chivo expiatorio. A falta de otro mejor, y se ve desde el Evangelio con Cristo y los dos ladrones, cuando falta alguien aparece el delincuente común. Por eso se habla de bajar la edad para el delito. A eso responde.
Además, hay una realidad del mundo que por suerte geopolíticamente no es un riesgo inmediato para nosotros, pero no puedo dejar de mencionarlo; algo que en todos los foros se viene tratando: el crimen organizado. Es un invento. Lo contrario sería el crimen desorganizado. Un invento. Al acercarte a los fenómenos, el concepto es falso pero los fenómenos existen.
Hay una realidad de criminalidad de mercado: oferta de servicios ilícitos en el mercado, que son de muy distintas naturalezas: distribución de tóxicos, de productos falsificados –si es un botón no importa, pero si son medicamentos, la situación cambia–, trata de personas, de armas, etcétera. Una criminalidad de mercado que arroja una rentabilidad muy difícil de calcular, pero los optimistas dicen que es de medio millón de millones de dólares por año.
Obviamente, una cifra macroeconómica que se recicla y entra al circulante mundial. Se recicla en el Hemisferio Norte porque existe un organismo que garantiza que solamente se recicle, se lave dinero en el Norte. El gran lavado, allá. Por más que acá no se note porque tenemos mercados muy chicos.
¿Qué riesgo importa esto? Varios.
Primero, en el tema de los tóxicos, estamos viendo un efecto de distribución internacional del trabajo. Estados Unidos, como principal consumidor de tóxicos prohibidos, fundamentalmente de cocaína, es un país que tiene una larga trayectoria prohibicionista, con la experiencia que le dejó la prohibición del alcohol, donde la pelea por el mercado demandante y la red de distribución tenía lugar dentro de su territorio, que es cuando nace la noción del crimen organizado, las mafias.
Ahora no. Ahora hay una distribución internacional de la tarea.
El tóxico no se produce dentro del territorio del principal demandante. La competencia violenta por alcanzar al mercado demandante, también se produce afuera, y dentro del país consumidor, lo único que hay es una aceitadísima red de distribución del tóxico que se queda con el 70% de la renta y el negocio del lavado.
Los muertos, al sur del río Bravo, y la renta al norte del río Bravo.
Obviamente, hablamos de cifras astronómicas. En esta cuestión de criminalidad de mercado, lo más atinado es la teoría del espectro.
Se va generando una gama de grises: en la punta, blanquito, una empresa transparente que fabrica ballenitas. En la otra punta, una empresa de secuestros.
Pero en el medio, una amplia gama de grises: se van simbiotizando las finanzas lícitas con el producto del mercado ilícito. Hasta qué punto se han simbiotizado, no sé. Eso lo harán los economistas.
Si estoy en condiciones de decir que, si este proceso sigue avanzando, va a llevar a una catástrofe mundial.
¿Y si legalizamos? Señores: legalizar significa dejar de producir oro, porque la prohibición, cuando hay una demanda rígida, tiene el terrible efecto de hacer de cualquier basura, oro. Es la alquimia moderna directamente. Y si fabrico oro por la prohibición, a través de una demanda rígida y tiro el oro para abajo, para México, lo que hago es desencadenar una fiebre del oro en una sociedad estratificada.
Cuando vemos el mapa de la geopolítica de la droga a nivel mundial, es espantoso. Y si pensamos que la renta de todo eso se recicla y va a dar al circulante mundial, le preguntaría al economista ¿se puede retirar eso de un día para otro del circulante mundial sin causar una recesión económica? No lo sé. La pregunta me supera. Es para economistas.
No soy de los que creen “cuanto peor, mejor”. Creo que si vamos a una crisis financiera mundial sería mucho más terrible, pero tomemos conciencia de que nosotros afortunadamente en estas cosas todavía estamos bastante indemnes.
No somos un país productor de tóxicos, no somos un gran mercado consumidor. Tengamos cuidado de no convertirnos en país de paso, y estamos lejos geográficamente del principal consumidor.
No sufrimos aquello de Porfirio Díaz de “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de EE UU”.
Estamos navegando en un mundo de tempestades, en un mundo complicado. No es gratuita la producción del “pánico moral”. Es para decir que hagamos un Estado gendarme y listo. Ese es el objetivo..."
____________________________________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________________________________
Extraído de: http://tiempo.elargentino.com/notas/realidad-de-criminalidad-es-que-construyen-los-medios-de-comunicacion
____________________________________________________________________________________________________
____________________________________________________________________________________________________
.