".. El sufismo (...) se trata menos de una doctrina o un sistema de creencias cerrado
que de un camino interior que persigue despertar en el hombre una consciencia mucho más alta:
a) de sus múltiples potencialidades como ser humano
b) y de su estrecha relación con todo cuanto existe..."
"... El sufismo comporta toda una actitud en la vida y ante ella,
así como un conjunto de prácticas y procedimientos metodológicos
que persiguen activar y desarrollar nuestras cualidades humanas esenciales..."
EL SUFISMO Y EL CULTIVO DEL “IDS” - (INTERÉS-DESAPEGO-SILENCIAMIENTO)
"... El interés (...) nos conduce: a) al amor incondicionado por todo
b) y a una acción altruista y desinteresada, no sometida a las demandas y exigencias del ego.
Podría decirse, por lo tanto, que la falta de interés es proporcional a la ausencia de atención (...)
Absorto en sus propios mundos creados, olvida lo esencial y vive al margen de ello.
El hombre toma por cierto lo que no es sino pura irrealidad.(...)
Por lo que hace al amor, éste no es, a ojos sufíes, sino la más alta activación de la inteligencia,
puesto que sin él poco es lo que se puede lograr, tanto individual como socialmente (...)
INTUICIONES FUNDAMENTALES DE LAS ENSEÑANZAS SUFÍES
"... la realidad es una totalidad integrada que no está fraccionada en partes, sino que constituye una única trama, la trama de la vida, que es subyacente a la multiplicidad de formas que observamos a simple vista.(...) Nada permanece aislado del conjunto.(...)
Nosotros somos eso también: el escenario privilegiado en el que la vida actúa, se hace posible y se renueva a cada instante..."
"... percibimos el mundo dependiendo de cómo lo concebimos.
No vemos las cosas tal como son en sí mismas, sino a través de los patrones y modelos interpretativos que construye nuestro ego (...)
Nuestro error consiste, afirman, en tomar por real lo que no lo es, en absolutizar lo relativo y efímero.
"... sólo cuando se es capaz de liberarse de la tiranía del ego, a través de su silenciamiento (...)
cuando se despierta del sueño al que aquél nos somete, mediante el cultivo de la presencia,
el recuerdo y la actualización de lo que verdaderamente uno es, sólo entonces se puede afirmar que se está realmente vivo y en estrecha conectividad con la totalidad de cuanto existe.
Poseer consciencia, pues, es saber lo que uno es.(...) El hombre es uno con el todo..."
EL NÚCLEO CENTRAL DEL TRABAJO SUFÍ
El núcleo central alrededor del cual se articula toda la metodología sufí es el trabajo operativo sobre lo que ha dado en llamarse presencia (...)
... la presencia es un grado aún más profundo y refinado de la atención. En cierta medida, se trata de la intensificación y sutilización de ésta. Presencia significa ser y estar plenamente consciente ahora y aquí.
También tiene que ver la presencia con el hacer consciente. Sólo quien está presente puede ver, y ver es conocer.
Quien está presente ve, quien ve conoce y quien conoce ama la realidad..."
Conocer es el destino último del ser humano, lo que nos permite revelar nuestra plena humanidad.
Quien se conoce a sí mismo (...) conoce la esencia de la realidad toda.(...)
... el hombre es un ser abierto e inacabado, justo como el universo, del que afirman que se está recreando de nuevo a cada instante. (...)
vivir en presencia significa tener plenamente activada esta cualidad a la que llamamos atención sostenida, y que es la condición sine qua non del interés, primer factor del “IDS” (...)
La presencia consiste, pues, en la activación de un nivel mucho más elevado y sutil de percepción que posibilita:
a) conocer b) desarrollar c) e integrar todas las funciones y actividades humanas,
tales como el pensamiento, por ejemplo, la sensibilidad profunda y la acción en el mundo,
que son vividas la mayoría de las veces de forma fragmentada..."
"... Mirar desde el silenciamiento de los modelos interpretativos del ego, muriendo al hombre viejo, previsible y rutinario, esclavo de la identificación con los condicionamientos sociales y programaciones culturales, posibilita contemplar las cosas tal como son en sí mismas. (...)
ACERCA DE LOS PROCEDIMIENTOS SUFÍES Y SU CORRECTA APLICACIÓN
La palabra vino, dicen, no embriaga. Y es que el sufí es plenamente consciente que la palabra no puede convertirse jamás en el sustituto de la experiencia. (...)
El apego a los aspectos formales y metodológicos, valorar más el recipiente que el contenido, la copa que el vino, constituye uno de los errores a evitar. (...) el sufí no camina siguiendo mapa alguno, sino guiándose mediante la brújula de su intuición.
Tres son los factores irremplazables que los sufíes han tomado (y toman) siempre en consideración a la hora de diseñar el trabajo interior, a saber: a) lugar b) tiempo c) y personas (...)
1) Tiempo para hacer:
Es el instante de recoger la atención y de pulir la intención con la que se introduce uno en el trabajo interior.
Corresponde la presente etapa al aspecto más estrictamente formal y técnico, pero no por ello carece de importancia. Al contrario, como reza un viejo aforismo sufí: “Quien brilla en los inicios, resplandece en los finales”.
2) Tiempo para estar:
Es el instante de ordenar, canalizar y focalizar la atención. Corresponde al momento en el que lo meramente técnico y formal se trasciende (...)
3) Tiempo para ser:
Es el instante unitivo por excelencia del camino interior, en el que no sólo se difumina la práctica en sí, sino también el practicante en ella y a través de ella.(...)
La correcta aplicación de las prácticas le conducirá a uno más allá de ellas (...) a quien ha recuperado la visión le sobran las gafas, incluso le molestan, pues son una carga innecesaria.(...)
la metodología sufí, sobre todo la manera en cómo es aplicada, opera sobre lo que los propios maestros sufíes denominan el “sobre-esfuerzo”, es decir, un tipo de trabajo que comienza más allá de los límites comunes en los que nuestro ego se sabe fuerte, seguro y controlador de la situación.(...)
Saltar más allá de los límites del ego, también comporta borrar las coordenadas espacio-temporales.(...)
en el camino interior es tan importante, e incluso más, el sabor que el saber. Dicho en palabras sufíes, la receta para cocinarla es tan valiosa como la carne..."
EL ARTE DEL CAMINO INTERIOR SUFÍ
El trabajo sufí puede ser descrito en términos generales como si de un arte se tratara: el arte del camino interior.
Según los sufíes, el artista no es un tipo especial de hombre sino que todo hombre constituye un tipo especial de artista.(...)
quien persigue la belleza no es seguro que halle la verdad, pero quien persigue la verdad forzosamente acaba por encontrar la belleza, que es el esplendor de la verdad.
Para ver y conocer la verdad, se requiere vivir en la verdad, lo cual comporta una actitud frente a la vida radicalmente diferente a la habitual, que esté fundamentada en el silenciamiento del ego o yo fenoménico.
Dicho silenciamiento permite descubrir y activar un yo esencial, que no es el ego, que es más nosotros mismos.(...)
El trabajo interior sufí se asemeja bastante a la tarea de afinación de un instrumento musical, sólo que, en este caso, el instrumento es la propia persona.(...)
Los sufíes han descrito dicho afinamiento en siete etapas progresivas caracterizadas cada una de ellas por un mayor grado de refinamiento y sutilidad, intuición y consciencia, amor y gratuidad.
Se trata, en suma, de grados de comprensión cada vez más refinadas y profundas, y sucesivamente reemplazados.
Son estas las siete etapas descritas:
1. Yo compulsivo o dominante (ammâra)
2. Yo consciente (lawwâma)
3. Yo inspirado (mulhama)
4. Yo apaciguado (mutma’inna)
5. Yo satisfecho (radiyya)
6. Yo entregado (mardiyya)
7. Yo perfeccionado o afinado (safiyya)
Las dos primeras etapas están bajo el dominio absoluto del ego y sus deseos, expectativas y temores.
La tercera, por su parte, corresponde al yo que comienza a despertar del sueño del falso yo o ego, mientras que las tres últimas etapas representan grados diferentes de cualidad del yo esencial (...)
el proceso de afinamiento de la persona carece de límite. Y es que siempre hay un más allá en la capacidad de percibir más y más cualitativamente, de devenir un reflector más pulido de la consciencia de todo cuanto es.(...)
A cada etapa corresponde un trabajo cualitativamente distinto.
Así, las primeras etapas se caracterizan por un trabajo dirigido al:
1. Fortalecimiento del cuerpo físico, mediante el ejercicio consciente
2. Energización del sistema nervioso, mediante los distintos ejercicios de:
a) respiración consciente
b) escucha y emisión de sonidos que resuenan en zonas específicas del organismo
c) y activación de los cinco centros sutiles o latâ’if-i jamsa, localizados en el organismo, mediante la atención en sus colores específicos:
1. Qalb o “corazón”, amarillo
2. Rûh o “espíritu”, rojo
3. Sirr o “secreto”, blanco
4. Jâfî u “oculto”, negro
5. Ajfâ o “lo más oculto”, verde
3. Liberación de las rutinas, automatismos e inercias psicofísicas que nos robotizan, mediante el trabajo con el ritmo y los distintos movimientos de sincronización, coordinación y lateralización
4. Ruptura de la lógica común mediante:
a) prácticas, trabajos y tareas aparentemente “sin sentido” o sin objetivo alguno, como, por ejemplo:
* memorizar y repetir palabras y frases carentes de sentido
* pasar uno o varios huesos de dátil, de derecha a izquierda, entre varias personas sentadas en círculo
* barrer el suelo de un lado a otro, etc. etc.
b) resolución de acertijos y ejercicios numéricos, uso de poesía y cuentos, etc.
c) audición de cuentos pertenecientes a la rica tradición oral sufí, cuyo objetivo es utilizar el humor para romper nuestras rutinas mentales
La segunda etapa toma como referencia del trabajo las llamadas “once reglas” de los sufíes naqshabandíes:
1. “Consciencia de la respiración” (hûsh dar dam)
2. “Vigilancia de los propios pasos” (nazar bar qadam), que tiene tres acepciones:
a) conciencia de las propias acciones o atención a todo cuanto uno hace
b) caminar meditativo a la manera de los derviches mevlevíes
c) largas caminatas por la naturaleza atentos a la coordinación de ciertas fórmulas que se repiten mentalmente acompasadas con el caminar
3. “Viaje por la propia tierra” (safar dar watan): exploración de los movimientos de la propia mente
4. “Soledad entre la multitud” (jalwat dar anyuman): actuar desapegado en el mundo; vivir en el mundo sin que el mundo viva en uno
5. “Presencia” (yâd kard): actitud de recuerdo constante
6. “Control de los pensamientos” (bâz gard): introducción de pensamientos
positivos
7. “Vigilancia” (nigâh dâsht): estado de constante alerta
8. “Recogimiento interior” (yâd dâsht): consciencia del ser en sí mismo
9. “Parar el tiempo” (wuqûf-i zamân): práctica prolongada del “stop”, tendente a fomentar el estado de alerta y a romper el círculo vicioso del automatismo físico y mental
10. “Pausa de número” (wuqûf-i adadi): repetición silenciosa de ciertas fórmulas, un número preciso de veces
11. “Pausa del corazón” (wuqûf-i qalbi): visualización del corazón y de ciertas fórmulas inscritas en él, así como de determinados colores y formas geométricas
Al mismo tiempo, se introducirán en esta segunda etapa ejercicios en plena naturaleza que favorezcan:
a) el “mirar sin mirar”, es decir, una mirada admirativa y desegocentrada que es capaz de ver más allá de la multiplicidad de formas y objetos
b) y la escucha atenta de un mundo que suena y resuena, a través de la identificación de sonidos tanto fuera como dentro
La tercera etapa se centrará específicamente en la meditación:
a) tanto estática b) como dinámica, mediante el samâ’ o danza mevleví del giro derviche
CONCLUSIONES
Los distintos ejercicios y prácticas sufíes hasta aquí descritos no debieran de utilizarse jamás como si fuesen un fin en sí mismos, puesto que no son una varita mágica. Dichos ejercicios sólo son efectivos si se enfocan adecuadamente. En ese sentido, puede decirse que hacen mejores a los buenos practicantes y peores a los malos, que no son sino quienes no han pulido lo suficiente su intención.
El secreto de los ejercicios está en la constancia y asiduidad en la práctica. Es mejor poco pero bien, poco pero constante, que mucho pero mal, mucho de tanto en tanto. Los sufíes afirman que el sufismo es un trabajo gota a gota. La práctica asidua de los ejercicios responde a la siguiente secuencia: la repetición genera un hábito y éste desemboca en un estado.
No es preciso que una persona haga todos los ejercicios descritos simplemente por un afán acumulativo. El trabajo interior no se basa nunca en criterios cuantitativos. Cuanto más no siempre resulta mejor. Además, dicen los sufíes, si uno no vive de acuerdo al conocimiento que ya posee, ¿para qué quiere más?
Sea como fuere, lo que jamás debiera perderse de vista es que convertirse en un ser humano de cualidad tiene que ver mucho más con el aprender a dar que con el aprender a meditar, respirar, danzar o a ejercitar la voluntad..."
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